El maoísmo y la cuestión agraria argentina: la base teórica de una política contrarrevolucionaria.

En Prensa Obrera N° 629, apareció en el correo de lectores, una carta fir­mada por Daniel Gaido, de Haifa, Is­rael En la misma se hace referencia a un artículo publicado en la revista En Defensa del Marxismo N°22, cuyo títu­lo repito en esta nota. Daniel cree que artículo “contiene varios errores garrafales” que se habrían producido por “una falta de atención suficien­te hacia la teoría marxista”. Unas cuantas líneas bastarán para mostrar que esto es exactamente al revés.


Nos plantean, en primer lugar, que la renta implica una deducción de la ga­nancia, es decir que es una expropia­ción al capitalista. Esta afirmación pasa por alto un dato elemental, que ya apuntamos en el artículo de EDM: la propie­dad privada de la tierra es una condi­ción sirve qua non para el desarrollo del capitalismo en el agro. El capitalista necesita expropiar a los campesinos para obligarlos a vender su fuerza de trabajo y para poner las tierras en pro­ducción sobre la base de economías de escala. La renta es el pago por el alqui­ler de las tierras en el marco de un sis­tema que no puede funcionar si no es bajo el régimen de la propiedad priva­da. Es, por lo tanto, parte del costo de la producción, y quien la termina sopor­tando es el conjunto del pueblo. De este modo, la renta aparece como un exce­dente por encima de la ganancia media (Ver Marx y Engels, El Capital. Cap XLV “La renta absoluta” y Cap XL- VII, “Génesis de la renta capitalista de la tierra”, tomo III).


El capitalista sólo paga la renta, es decir, sólo pone las tierras en produc­ción si tiene, en principio, asegurada la tasa media de ganancia. Así, la ren­ta aumenta sólo si la ganancia se in­crementa. La idea de que la renta jue­ga un papel deductivo contra el capital fue sostenida por una variada pléyade de elementos democratizantes (stalinistas, maoístas, dependentistas, estructuralistas. socialdemócratas. etc.), que tienen en común su sistemática in­tervención en defensa del capital.


Un último comentario. La afirma­ción de que la propiedad latifundaria no constituyó en la Argentina una tra­ba para el desarrollo del capitalismo sino que, por el contrario, lo favore­ció; no sería correcta, según Daniel, porque Lenin llamó a confiscar los la­tifundios rusos (sic). ¿Es válido tomar lo que dijo Lenin en 1917 como la Ver­dad Revelada, aplicable a todo tiem­po y lugar? ¿No será, nos preguntamos, que la situación del agro rusa era tangencialmente distinta de la del agro pampeano, de Estados Unidos o de la actual Haifa? En efecto, en el caso ruso nos encontramos en el sec­tor agrícola con un modo de produc­ción precapitalista, en el que los lati­fundios representaban el baluarte de una economía cuasi-feudal, tremenda­mente atrasada, la que en ese momen­to era necesario superar. En la región pampeana, por el contrario, los lati­fundios se constituyeron al calor del desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas, alentados por la expansión de la demanda externa y por la aparición del imperialismo, llegando a tener, para principios del presente siglo, un nivel de tecnificación igual o superior al de EE.UU. o Canadá. Por último, el “rápido desarrollo de EE.UU.” no se explica por el lado de su sector agrícola sino, más bien, por el industrial.


En definitiva, un análisis de tipo histórico resulta indispensable para poder comprender el gigantesco aporte del marxismo en la explicación del funcionamiento de la economía capitalista.