El negocio de la vacuna cubana

En el artículo de Prensa Obrera no 404 escribía yo que la vacuna cubana contra la meningitis meningocócica no se probaría en nuestra población. Error.


Consultado por Clarín, Moisés Spitz, director del Instituto Malbrán, explicó que “existe la posibilidad de que el Ministerio programe una vacunación elemental” (Clarín, 3/11).


Esta experiencia se realizaría en la provincia de La Pampa.


En tanto en lo que va de 1993 se han registrado más de 2.600 casos en el país con un incremento del 50% con respecto al año anterior (1796 casos), una firma privada aparece en escena y gestiona un promisorio negocio con la vacuna cubana.


El diputado provincial por “Alianza, Honestidad, Trabajo y Eficiencia”, Alfredo Cecci, denunció que la demora incurrida por el gobierno nacional para permitir el ingreso de la vacuna “podría haber beneficiado a un laboratorio del grupo Pescarmona” (La Nación, 28/11).


“Se ha estado ganando tiempo porque Cuba ya había otorgado una concesión para la comercialización exclusiva de su vacuna en la Argentina a los Laboratorios Elea del grupo Pescarmona … El tema es gravísimo -continúa- lo que no puedo prejuzgar es si hubo intención de que la falta de definición oficial favoreciera a un laboratorio para que pudiera hacer su negocio” (ídem). Y aclara que estando en Cuba integrando una delegación rosarina para interiorizarse de las propiedades de la vacuna “nos encontramos con que ya se había firmado un convenio con el grupo Pescarmona” (ídem).


Bien. 1. Siendo “el rentístico” el único móvil de la gestión de Elea, se enfrenta el esfuerzo de la militancia de la izquierda rosarina, que estaba a punto de gestionar la importación a través del municipio.


2. Tiene que haber existido información al alcance de las autoridades nacionales de salud similar a la descubierta por el diputado Cecci. Si se demuestra esto sería difícil alejar las sospechas sobre favores y retribuciones. Pero inclusive si el secretario de Salud de la Nación, Dr. Calcagno, no hubiese sido informado de la especie hasta hoy, la cuestión no cambia.


3. Nosotros podremos tener aquí la vacuna, el esfuerzo de la medicina y las ciencias cubanas -por cuyo resultado será posible librarnos de este flagelo- sólo pagando la intermediación de Elea y a otros probables. Beccar Varela seguramente no interrumpirá el negocio reclamando con frenesí la previa libertad de los presos políticos en Cuba. Cavallero, intendente de Rosario, quien se comprometió a “no importar la vacuna hasta que el Instituto Malbrán autorice su ingreso en el país” (Clarín, 13/10), quizás creyó estar actuando con arreglo a pautas de disciplina democrática. El resultado actual habla por sí mismo. La vacuna llegará también a Rosario … y es de suponer que con el sello de Elea.