El PO y la Esma (IV)

Su moral no es la nuestra

Con sólo nombrar a la Esma se produce un sinnúmero de sentimientos, desde el dolor más penetrante hasta la ira sin límites.


¿Cómo evitar la tentación de hacer cantar, en la misma Esma, a esos malditos torturadores, asesinos, cobardes etc., etc.?


¿Cómo evitar la tentación de devolver todos los padecimientos sufridos por más de 30 mil compañeros?


¿Cómo ser escrupulosos con los sicarios del genocidio capitalista?


Acaso debemos adherirnos a la moralina pequeño burguesa. O debemos ceder al arrebato impotente de posiciones ultra-izquierdistas. Dos caras de una misma moneda… Nos quedan muy pero muy chicos los trajes que pueden diseñar los sastres de la descomposición capitalista, creando un mundo a su imagen y semejanza.


De ahí sus métodos, de ahí su moral.


Los torturadores y asesinos, llámense Triple A, FF.AA., ejércitos imperialistas de ocupación; su accionar, sus métodos, son el resultado directo del grado de descomposición social sobre el cual sientan sus bases. Su moral es la de rapiña, la explotación, la expropiación de la riqueza social para el beneficio de unos pocos.


No es sobre estas bases que vamos a construir un mundo nuevo, que vamos a construir el socialismo.


No es mediante la tortura, la violación y el asesinato que vamos a hacer justicia, sino a través de tribunales populares.


Juicio y castigo si, tortura y violación no.


Los métodos de lucha de la clase obrera para nada se parecen a los de los capitalistas. Difícilmente pueda verse a los trabajadores de una fábrica picaneando a la patronal para que les dé un aumento, o invadiendo otra fábrica, matando a sus ocupantes, para obtener más trabajo. La huelga, el piquete, la asamblea, el corte de ruta, esos son nuestros métodos.


Nuestra moral no es la de las soluciones individuales a problemas colectivos, de la discriminación, la exclusión, la competencia. Todo lo contrario, bastaría darse una vuelta por algún comedor piquetero, alguna fábrica ocupada, para ver la diferencia, el abismo que nos separa.


Su moral es el producto directo de sus intereses de clase y a la vez fruto de las condiciones materiales de existencia.


Es nuestra responsabilidad, como materialistas dialécticos, saber diferenciar el agua del aceite e imprimir a nuestros actos una perspectiva socialista y revolucionaria.


Nuestra moral marca bien claro, de manera rotunda y contundente, el límite que el compañero Omar no encuentra, al igual que el autor de la nota de tapa de la Esma.


No me cabe duda alguna de que toman esa postura movidos por el dolor, la bronca y la indignación. Pero, compañeros, no debemos desesperarnos porque ya vamos a entrar en los cuarteles y demás estamentos de la burguesía con la llave maestra que abre todas las puertas que conducen a la revolución: ¡Un partido obrero de masas!