Correo de lectores
21/11/2013|1294
Elecciones presidenciales en Chile
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Las elecciones de este 17 de noviembre demostraron el aumento de la conciencia política entre el pueblo chileno.
El gobierno esperaba una mayor aprobación de parte de la gente hacia las elecciones (siete millones de votantes) con su nuevo modelo de "inscripción automática", "voto voluntario". Pero el resultado fue totalmente distinto, las votaciones perdieron el velo de santidad y castidad pura que se mantuvo desde el regreso de la democracia. La gente ya no retiene la esperanza en las urnas, situación que fue demostrada hoy con el porcentaje de votantes y personas que no votaron. Todo este suceso ocurre por la decepción que tienen las masas frente al gobierno y su forma de gobernar el país, crisis que arrastra el bloque en el poder.
Uno de los hechos que marca el fin de un gobierno y el comienzo de uno nuevo, fue la acción de los estudiantes de la Aces, tomándose el comando de Bachelet, donde declararon que: "la antigua Concertación se disfraza de Nueva Mayoría. Ha tomado nuestras demandas llevándolas a un programa que sabemos no cumplirán, deformándolas y convirtiéndolas en propuestas para la clase empresarial y alejándolas de su origen". Esto demuestra el avance político de los movimientos y el problema que enfrentará el nuevo gobierno, que tendrá una bienvenida con protestas, sin aún haber ganado.
Bachelet saldrá segunda. Si bien es cierto que ganará las elecciones presidenciales, ella sacará un porcentaje menor al 50% del país. Esta vez, su oponente no será la derecha ni ningún partido político, sino que serán los movimientos. Estos deben comprender que no se pelea contra Piñera o contra Bachelet, sino contra el sistema.
¡El que quiera ser presidente que lo sea!, pero debe recordar que no basta con criticar al neoliberalismo, sino que debe cambiarlo o heredar los conflictos de 40 años de un sistema que no responde a las necesidades de los trabajadores y de los estudiantes. Por esto, es necesario urgentemente crear la opción de una verdadera izquierda, la que tiene que trabajar para ser una alternativa para los trabajadores; las urnas no retienen los anhelos del pueblo y, sobre todo, los separan en falsas esperanzas.