Eloy Pereyra y Graciela Narváez

El viernes 29 de agosto a las 20 horas estaba previsto, en pleno centro de Resistencia, un gran acto con la presencia de todos los candidatos por la Lista 14, Unidad de los Trabajadores y la Izquierda, así como del compañero Altamira. Llegado el día y la hora, así se hizo. Podría explayarme aquí contando detalles interesantes, como que el acto en sí fue un éxito total, con presencia masiva de militantes y adherentes; o que el intendente Szymula, secuaz del gobierno radical de Rozas, pretendió impedírnoslo con el argumento de un decreto que prohíbe actos en la vía pública (claro, pues ellos, partidos patronales, pueden pagar un club o un estadio “cumpliendo la ley” y “asegurándose” de que nosotros, la clase trabajadora, que no podemos pagarlos, no tengamos espacios donde manifestarnos); pero no pudo conseguirlo, no nos íbamos a dejar avasallar e igual lo llevamos adelante, y en las calles más céntricas y en forma multitudinaria… O podría contarle al lector que nuestra Lista 14 es la unidad de los trabajadores y la izquierda, al nuclear al Partido Obrero, Polo Obrero, Mtl, al sector combativo del Partido Comunista, Mtd 17 de Julio y miembros de otras organizaciones luchadoras; muestra cabal de nuestra capacidad de construir una herramienta política de clase para dar batalla en la contienda electoral y ofrecerle al pueblo una alternativa genuina de poder.


Pero me voy a centrar en otro aspecto. Transcurriendo el acto, en determinado momento suben al escenario todos los candidatos, compañeros elegidos en el profundo convencimiento de que nos representan genuinamente, pues les sobran méritos en la lucha. Entre ellos, un candidato a intendente, abogado de los pobres, militante del PC durante años, detenido y salvajemente torturado en la última dictadura, actual dirigente del PO, defensor inclaudicable de derechos humanos; un revolucionario que vive como piensa, que nunca abandonó la lucha y, menos aún, jamás traicionó sus principios. Cerca suyo – entre Aurelio y Altamira – , su compañera de militancia y de la vida, candidata a concejal, dirigente del Polo, detenida por cortar rutas, pues para el gobierno es prioridad el derecho a circular (de los camiones de las patronales y monopolios) y no el derecho a comer de miles de seres humanos, tantos de ellos desnutridos. Los miro y me doy cuenta de que son el único matrimonio sobre la tarima. Los miro y no puedo contener una sonrisa de orgullo y emoción, sabiendo que están en ese lugar porque otros tantos compañeros han puesto en ellos su confianza, porque conocen muy bien a este matrimonio histórico, particular. El de Eloy Pereyra y Graciela Narváez.


Claro que su vida no ha sido un sendero de rosas. Al contrario, le hicieron frente a tantas adversidades en la familia y en la militancia misma, que justamente eso los vuelve admirables, pues tantas veces pudieron haber claudicado, y no ante los embates del sistema, sino cuando aparecen los traidores, los oportunistas o los miserables venenosos de siempre que intentan boicotear la organización; sin embargo, ellos siguen en pie contra viento y marea, aún si deben comenzar de cero una vez más.


De su amor nacieron cinco hijos. Yo fui la primera, hace 22 años. Sinceramente, algun a vez me pregunté si valía la pena todo eso. Es tan triste la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la exclusión, ¿es difícil imaginar la respuesta?