Flores de sangre – 2010

Eugenia Cabral

-Exclusivo de internet

Argentina es un campo de flores que nacen,

una por cada sangre que muere.

La niñez y juventud de mi patria hace años

que fue enviada a habitar la niebla fronteriza.

Ya ningún militar fusila jóvenes aguerridos,

pero en su berrido cada bebé muerto por hambre

gime una sed de alimentos ausentes:

Milagros Benítez en pueblo Montecarlo

y Bebé NN en comunidad mbyá, ambos en Misiones.

Ayer los asesinaban las sombras:

¡30.000 desaparecidos: presentes! ¡Ahora y siempre!

Pero, en democracia, las cárceles abrieron sus portones:

“A partir de este momento, Miranda,

todo lo que digas puede ser usado en tu contra…

tienes derecho a una llamada”…

¡Hay 865 presos políticos, actualmente!

¡Basta de persecución a los luchadores sociales!

Lo digo con voz desentonada, lo sé.

Es que vengo de una patria malbaratada

y desbaratada, desentonada, que mata a sus hijos

para darle de comer su carne a los herederos

del General Roca, el Zorro del Desierto.

¡La tierra para el que la trabaja,

la tierra para los hijos de la tierra!

Pero, otro día, por el genial invento de la “legalidad”,

en Argentina la muerte se fabricó manos invisibles

que, ¡otra vez!, “hicieron desaparecer” a

Luciano Arruga y Jorge Julio López…

¡Presentes, hasta la victoria siempre!

Así se va propagando la peste.

Argentina es una muchacha atropellada

por un auto, una adolescente violada

y luego muerta por un aborto ilegal.

Es una flor de sangre en las escuelas leprosas.

Las semillas mueren. El trigo es piedra,

el tomate es caucho.

Porque ha llegado el tiempo de las flores de sangre,

de la sangre a cielo abierto.

Las nervaduras estallan en plazas y hospitales.

¡Que se vayan todos!, gritamos, ayer, hoy y mañana.

Porque ha crecido el laberinto de sitios funerarios

desde Avenida de Mayo hasta los pozos petroleros,

desde Cataratas del Iguazú hasta la Puna de Atacama.

Ya no te socava la muerte, Argentina,

en oscuros chupaderos, eso quedó atrás.

Ahora en cada rancho nace una flor de sangre,

se la ve asolearse al mediodía, con el tallo cortado.

1995: Víctor Choque, en Tierra del Fuego;

1997: José Luis Cabezas, en Buenos Aires,

Teresa Rodríguez, en Cutral Co, Neuquén;

1999: Mauro Ojeda y Francisco Escobar, en Corrientes;

2000: Alejandro Gómez, Orlando Justiniano

y Aníbal Verón, en General Mosconi, Salta.

2001: Carlos Santillán y Oscar Barrios, en General Mosconi, Salta;

21 de diciembre: 42 jóvenes asesinados durante el Argentinazo.

¡Que se vayan todos!, gritamos, ayer, hoy y mañana.

2002: Javier Barrionuevo, en Esteban Echeverría, Buenos Aires;

Maxi Kosteki y Darío Santillán, en Puente Pueyrredón, Buenos Aires;

2003: Cristian Ibáñez y Marcelo Cuéllar, en Jujuy;

2007: Carlos Fuente Alba, en Neuquén;

2008: Lázaro Duarte, en Neuquén;

Juan Carlos Erazo, en Mendoza;

Hugo Cornejo, en Rosario.

2009: Hernán González Moreno, en Corrientes;

Javier Chocobar, en Tucumán.

Asesinados en democracia:

¡Presentes, hasta la victoria siempre!

2010: Coco Villanueva y Facundo Vargas

en Don Torcuato, Buenos Aires;

Silvia Suppo en Santa Fe;

Orlando Vargas y Esteban Condorí, en Jujuy;

Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco

y Sergio Cárdenas, en Bariloche;

Adams Ledesma en la Villa 21, Buenos Aires.

Hace 48 días: Mariano Ferreyra, en Avellaneda, Buenos Aires;

Hace 15 días: Sixto Gómez y Roberto López, en Formosa;

Hace 10 días: Bernardino Salgueiro, Rosemarie Churapuña,

Juan Quispe Castañeta y Julio Valero

en Villa Soldati, Buenos Aires.

Asesinados en democracia:

¡Presentes, hasta la victoria siempre!

¡Presentes, ahora y siempre!

¡LAS FLORES TIENEN DERECHO A RESPIRAR!