Gladys Marín


Espero que de la misma forma que se le dio tribuna a esa anónima Carola para decir tanta falacia sobre Gladys Marín, se le dé también a una lectora de Prensa Obrera.


 


Leer tanta infamia sobre la militancia de Gladys es más que repulsivo y no me queda otra cosa que decir que la intachable disciplina militante frente a las masas de obreros, estudiantes, la intelectualidad y el campesinado chileno fue lo que marcó a fuego a toda una generación de jóvenes a principios de la década del setenta, para continuar nuestro duro camino que nos encuentra en el nuevo milenio luchando a diario contra el sistema de más explotación y más sometimiento.


 


Gladys ayer, como nosotros hoy, vivió enfrentándose a las burocracias de todas las épocas de una forma o de otra, siempre tratando de lograr la unidad de los trabajadores y de las masas en general. Vivimos enfrentados a los destructores de siempre, que con sus infamias creen no equivocarse nunca, y así estamos unos por un lado, otros por el otro, enfrentados entre nosotros y no con el enemigo de ayer, hoy y siempre: el imperialismo y el capitalismo.


 


Ella logró integrar una fuerza de izquierda que llevó a los trabajadores y al pueblo de Chile a experimentar con la patria socialista. Con su garra y su grandeza, que la caracterizaron siempre, se ganó el respeto de toda la masa de trabajadores.


 


El ejemplo más reciente de esta larga cadena de desencuentros fue el acto del 24 de marzo, donde todos repudiamos lo mismo separados en tres marchas; es vergonzoso, así no lograremos jamás un frente unitario para la liberación de la clase obrera y el pueblo.


 


La crítica se acepta sólo cuando se dice la verdad; Marín no llamó a apoyar a Lagos en la segunda vuelta contra Lavín, y con respecto a las ocupaciones de empresas y de tierras, todo eso se hizo: con la ley de reforma agraria se expropiaron campos, la minería del carbón y del cobre, empresas como Madensa, Bolocco y tantas otras las puso en manos de los que las trabajaban.


 


En ocasión del VII Congreso de JJCC, en septiembre de 1972, yo era apenas una adolescente de 16 años; ella se dirigió a nuestra delegación, que estaba integrada por hijos de mineros del carbón, y sus palabras fueron para mí las que marcaron el camino, hasta el día de hoy, de luchar, no claudicar jamás, ni rendirse, ni retroceder, ser la vanguardia y, si es necesario, dar la vida por la causa.


 


La declaración hecha en el recuadro es algo propio de las prensas amarillistas burguesas, que sólo se dedican a criticar la vida privada de las personas, que no tienen influencia en la vida política de los trabajadores.


 


Estoy cansada de los revisionistas y monjes de izquierda que critican y no fueron ni son protagonistas de las grandes luchas de la clase trabajadora y no se juegan por la clase que tanto dicen defender, dividiéndola y debilitándola.