Correo de lectores
21/10/2004|873
González Tuñón
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Compañeros(as) de la redacción de Prensa Obrera:
Hace un mes se cumplieron 30 años de la muerte de Raúl González Tuñón y en Prensa Obrera se publicaron dos artículos de homenaje, en los números 865 y 866.
Por muchas razones, hay que felicitar a Fancer y a Tano por su homenaje, y a Prensa Obrera por haberlo publicado. De hecho, el periódico está esbozando una sección dedicada a la literatura -y por qué no a la pintura, el cine y otras expresiones artísticas- que forma parte de nuestro combate político y que hay que alimentar y desarrollar.
Con atraso reacciono a esos artículos, y este atraso puede tener la virtud de mantener la continuidad de estos temas en el periódico, varías semanas después de publicados los artículos originales, y de incitar a otros compañeros y compañeras a escribir e intervenir.
El homenaje a Tuñón me tocó personalmente porque hace más de 40 años me lancé a la lectura de “A la sombra de los barrios amados” y fue para mí un descubrimiento, del personaje, de la poesía y de la ciudad. Luego dejé esas lecturas un poco al margen y ahora las puedo redescubrir gracias, entre otros, a Fancer y a Tano.
Pero si la significación de Tuñón parece obvia -pero no lo es- y se lo puede considerar un gran poeta, o al menos simplemente un poeta, hay que evitar la apología cuando se lo recuerda.
Alrededor de González Tuñón se ha construido una mitología, y a su manera Fancer y Tano ponen un ladrillo en este edificio. Tuñón era un gran tipo, un buen poeta, un militante, un cantor de las luchas obreras. Dicho así, la poesía de Tuñón y su rol en momentos claves, como el período 1925/1935, queda vaciado. Por ejemplo, resulta falso tomar a Tuñón como un militante que escribe poesía. En algunos momentos de su vida es todo lo contrario. Se deja de lado toda periodización y por lo mismo no se entiende gran cosa de la poesía de Tuñón. Y toda poesía genuina, como la suya, tiene su historia, la historia del poeta, la historia de su mundo. Desde este punto de vista quiero hacer varias observaciones.
El primer significado importante de González Tuñón es que es un “poeta de Buenos Aires”, antes de ser un poeta de las luchas sociales, antes de la “rosa blindada”. En los años ‘20, elaborar, escribir, publicar una literatura sobre la ciudad plebeya, obrera, de suburbios, europea al mismo tiempo, fue un hecho fundador, creador. En este movimiento, que va de Borges a Castelnuovo, de Martín Fierro a Boedo, es evidente que Tuñón ocupa un lugar fundamental porque su poesía es a la vez constitutiva de una nueva voz, de nuevos personajes, de nuevos lugares. Recordemos los “20 centavos en la ranura" y el inmigrante solo y nostálgico, por ejemplo. Hay que poner a Tuñón, en su momento más estelar, en relación con este proceso y no con una militancia revolucionaría que no practicaba. En 1928 forma parte, con Borges, del comité por la reelección de Irigoyen, y todo indica que tuvo su momento de simpatía con el golpe del 6 de septiembre. Al mismo tiempo, termina publicando en 1930 La calle del agujero en la media, atrapado un poco por el surrealismo y por París. Este trabajo poético es enorme, original, y en realidad González Tuñón va a vivir luego de este activo.
¿Qué pasa con él en los años ‘30? Es el meollo, y lamentablemente Fancer y Tano tocan estas cuestiones con errores enormes... e ignorando la poesía de Tuñón. Los puntos de partida y llegada son el golpe de 1930 y la crisis y la Guerra Civil Española y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, lo que se conoce como la “década infame” y que va a dar lugar, a través de la crisis del ‘43, '45 al surgimiento y consolidación del peronismo. Tuñón empieza este período como un gran poeta de Buenos Aires, lo continúa como un periodista de la miseria de la crisis capitalista y de las luchas obreras y populares, y lo termina como un poeta oficial de la Guerra Civil Española. Finalmente, colabora con Neruda y con el Partido Comunista de Chile durante los años claves de 1940 a 1945. Es un periplo paradigmático de una parte de la intelectualidad porteña. Del romanticismo plebeyo a la burocracia stalinista, pasando por el compañero de ruta. La poesía de González Tuñón sufre enormemente esta evolución - mejor dicho, una involución-.
Algunos puntos significativos. El artículo de Fancer pretende que prácticamente todos los artistas e intelectuales españoles y del mundo se agrupan tras el PC y disculpa a González Tuñón, que participa de este alineamiento. Hay que decir las cosas como son. Fue un momento de la contrarrevolución y el ser artista, o poeta, no justifica nada; todo lo contrario.
Hubo más que excepciones. Basta recordar a Bretón, Rivera, Manuel Rojas y, a su manera, César Vallejos. Lo de Neruda, Alberti y otros en Madrid, fue una canallada. El aparato stalinista los elevó a poetas oficiales del pueblo español, cuando este aparato, al mismo tiempo, asesinaba los militantes revolucionarios y aplastaba la movilización de las masas españolas. Los comunistas argentinos, mejor dicho, el burócrata Codovilla, tuvieron un papel de primer plano. ¿Hasta qué punto González Tuñón estuvo implicado? Probablemente se mantuvo al margen del aparato stalinista, pero participó plenamente en el “movimiento de los intelectuales” que sirvió de cobertura y de caja de amplificación de la política de la burocracia. Su poesía sufre de esta regresión y, a mi juicio, hay casi un abismo entre el poeta de Juancito Caminador e incluso el cantor de la gesta de los mineros de Asturias, que es un momento de transición, y los poemas oficiales posteriores. Lo vemos también en Neruda, que se convierte en un versificador. Tomemos los poemas de Vallejo sobre la Guerra Civil y las apologías de los stalinistas, y veremos un abismo entre unos y otros, como poesía, como canto a las masas.
La Guerra Civil Española cumplió un rol político nefasto en Buenos Aires, en el sentido de que permitió y facilitó la burocratización del Partido Comunista argentino como “portavoz del socialismo y de la intelectualidad y los artistas progresistas”. Desde la izquierda, liquidó el movimiento de los años ‘20. Este giro de la intelectualidad tiene que ver también con las dificultades de los escasos militantes y grupos trotskistas, que quedaron terriblemente aislados. Hay que seguir la evolución de Arlt, Tuñón, Borges y otros para entenderlo que sucedió. No fue de una importancia menor.
Es cierto que una de las características de González Tuñón es que estaba en el margen del aparato. Luego de España sigue a Chile y regresa sólo en 1946. El PC ya se ha convertido definitivamente en el “ojo de Moscú”; es su única legitimidad y pierde prácticamente todas sus posiciones en el movimiento obrero. González Tuñón permanece en silencio durante largos años, y su poesía se convierte en un eco de su núcleo central de los años '20 -sus libros de 1952 y 1957. Por razones diversas, está enfrentado con Agosti y la poderosa estructura cultural oficial del partido. Simpatiza con el maoísmo y la revolución cubana, mientras los intelectuales oficiales cantan solamente loas a la URSS y al “socialismo” de la burocracia. Respalda a los poetas jóvenes, como Juan Gelman. Su poesía es reapropiada por el tango -Cuarteto Cedrón-. Cumple un rol de puente entre lo que hizo y aportó entre 1925 y 1935 y las nuevas generaciones. Su influencia es grande, y a mi juicio más como arquetipo que como escritor. Es entonces que aparece el mito de La rosa blindada.
El Tano recuerda que escribió un “lamentable” por no decir miserable poema (sic) para festejar el asesinato de Trotsky. No fue un momento de confusión. En las Conversaciones con Raúl González Tuñón, de Horacio Salas, poco antes de su muerte, el poeta sigue denigran do trotskismo... a través de Abelardo Ramos.
González Tuñón llegó a lo que podemos llamar la política de izquierda a través del PC argentino y su miseria stalinista, y nunca pudo desprenderse de este corset, por más que no haya intervenido como un funcionario corrupto y se haya distanciado de los corifeos. Guardó, sin duda, su sensibilidad plebeya, pero quedó totalmente arrinconado y casi sin voz.
Tuñón fue un poeta, y conviene admirarlo por lo que escribió y no inventarle una biografía.
Quiero extraer una conclusión de trabajo. Fancer firma su nota como integrante de LuchArte. Sería bueno que mantengamos este trabajo sobre la poesía argentina, que publiquemos poemas y trabajos en el periódico y que discutamos sobre nuestros poetas y escritores, desde los años ‘20 para adelante. Lo mismo con otros latinoamericanos, como Vallejo y Rojas, para citar a los que se cruzaron con Tuñón. No dejemos este terreno a los otros, las corrientes oportunistas y centristas. El trotskismo, los revolucionarios, los militantes obreros, también tienen sus tradiciones y su trayectoria, Y pueden enfocar la de los otros sin caer en la provocación infantil o en el elogio indiscriminado.