La Biblioteca Nacional y el Mayo del ’68


A las descripciones y consideraciones que Olga Cristóbal hace sobre la crisis en la Biblioteca Nacional en el Nº 978 de Prensa Obrera, me voy a permitir agregar algunas reflexiones.


 


Esta crisis provocó la movilización de la intelectualidad argentina y de todos los sectores vinculados a la Biblioteca Nacional, como pocas veces un tema nacional lo había logrado.


 


La crisis de la Biblioteca Nacional refleja en forma microcósmica la profunda crisis política del país, y el Partido Obrero debería convocar a charlas para debatirlo.


 


Nunca se sabe las derivaciones o consecuencias que puede provocar un acontecimiento político, que puede también ser fundante o determinador de pensamientos que permitan dilucidar el tipo de país que queremos y crear a la vez nuevos acontecimientos.


 


Porque no pasa como he leído en algunos medios que la cuestión suscitada en la Biblioteca Nacional está en definir tradición vs. modernización o cultura vs. renovación tecnológica, porque no son conceptos incompatibles. Por el contrario, debieran ir acompañados.


 


Este mismo tema se planteó en Francia en los años '67 y '68 cuando el general De Gaulle consideraba que su país debía ser una potencia mundial, para lo cual debía logar un desarrollo tecnológico que le permitiera competir con EEUU.


 


Con este fin su primer ministro, Pompidou, y su ministro de Educación, Malraux, elaboraron un proyecto para cambiar los planes de estudio, sobre todo universitarios, que redujera la asignación de recursos en las áreas humanísticas que se dictaban en todas las carreras y asignarlos al desarrollo científico-tecnológico.


 


El primero en reaccionar fue un grupo de estudiantes de la Facultad de Humanidades de Nanterre, liderado por Daniel Cohn-Bendit, llamado Dany el Rojo y que hoy es eurodiputado.


 


Este movimiento fue ferozmente reprimido y su líder detenido.


 


Esto suscitó la adhesión de La Sorbona y de muchos dirigentes sindicales de base que se enfrentaban a las centrales obreras, las que apoyaban al gobierno.


 


El clima se enrareció cuando los obreros de la Renault tomaron la fábrica y se repitieron tomas de fábricas en todo Francia, lo que finalmente obligó a las centrales obreras a declarar la huelga general y apoyar al movimiento estudiantil.


 


Todas estas movilizaciones y represiones obligó al general De Gaulle a disolver la Asamblea, convocar a elecciones y al año retirarse. Pero no hay que dejar de considerar también otros acontecimientos que se produjeron ese mismo año '68, como ser: la Primavera de Praga, los asesinatos de Luther King y de Robert Kennedy, y que no había transcurrido aún un año del asesinato del Che en Bolivia.


 


Los estudiantes enarbolaban diferentes pensamientos, a la cabeza de los cuales estaban los de Marcuse, que proponía: luchar en forma permanente por las reivindicaciones; que no sólo había que cambiar la sociedad sino también la vida; que los individuos viven aislados, interconectados más con la tecnología que con sus semejantes; que debe haber una "racionalidad solidaria" en vez de la "irracionalidad organizada"; que vivimos en una sociedad que oculta la realidad del dominio social; que la conciencia revolucionaria puede aflorar en grupos minoritarios que incluso no son objetivamente explotados. Es evidente la influencia de Marx en muchos pensamientos de Marcuse.


 


Un slogan que también usaban los estudiantes era: "Es preferible morirse de hambre antes que de aburrimiento", algo que bien puede responder al espíritu dionisíaco de Nietzsche.


 


La revolución cultural de Mayo del '68 inauguró la era en que los jóvenes en el mundo y en particular los estudiantes emergieron como actores políticos, y se convirtió en referente para las movilizaciones estudiantiles.