La deuda, Kirchner y López Murphy

El brutal ajuste fiscal anunciado a principios del año 2001 por el efímero ministro de Economía del gobierno de la Alianza y ex candidato a presidente López Murphy, se asentaba sobre el siguiente precepto liberal: reducción del gasto público para generar un excedente fiscal primario y, de esa forma, poder seguir pagando intereses y capital de la deuda pública externa. El ex ministro advertía en aquel momento que de lo contrario (siempre en el campo del imperialismo) habría que devaluar. El hombre de Fiel ilustró sin pelos en la lengua las dos alternativas fondomonetaristas: o el gobierno reduce salarios nominales y el presupuesto social, o salimos de la convertibilidad y reducimos los salarios reales por medio de una combinación de inflación y congelamiento salarial.


Ahora pasemos a ver la política económica (en lo que respecta a la deuda pública externa) del actual gobierno “nacional y popular”. Kirchner asienta su estrategia de negociación con el FMI sobre dos vigas maestras: por un lado, la reducción del salario real del conjunto de los trabajadores estatales y de los jubilados, que son condenados a morirse de hambre (por medio del congelamiento salarial, en un país donde el costo de la canasta familiar subió alrededor de un 80%); y para colmo el presupuesto 2004 proyecta una inflación de alrededor del 10,5%. Esta política está en función de generar un excedente fiscal del 3% del PBI, que representa casi 13.000 millones de pesos, con lo cual se va a pagar intereses y capital. Por otro lado, el gobierno obligó al Banco Central (para lo cual debió modificar su carta orgánica) a emitir en forma fiduciaria 12.000 millones de pesos al año con el sólo objeto de pagar deuda externa, y esto sin reparar en que ello implica un aumento considerable del endeudamiento, cosa que llevara al Estado a ejercer una mayor presión impositiva sobre el pueblo trabajador.


Como se puede apreciar, los exabruptos verbales de Kirchner, del tipo “no voy a pagar la deuda con el hambre del pueblo”, son sólo fuegos de artificio para intentar encubrir que su política, en lo fundamental, es la misma que llevó adelante la Alianza. La diferencia entre Kirchner y De la Rúa es una cuestión de instrumentos económicos para llevar adelante la misma política: el primero plantea mantener la devaluación y aplicar un ajuste, y el segundo planteó ajuste y devaluación.


Pero, también, estos hechos nos muestran que tanto López Murphy como Kirchner revelan un sometimiento sin precedentes al capital financiero internacional, a pesar de que el primero milita en el neoliberalismo y el se gundo en el progresismo; por lo tanto, el supuesto modelo antiliberal que encarna el Presidente es una pura ilusión de todos los alcahuetes de izquierda.