La izquierda ha dilapidado una gran oportunidad

El Partido Obrero también


No puede causar la menor extrañeza que el PC recurra a cualquier porquería para ensuciarnos, como excusa para no formar un frente. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un partido que ya hace mucho tiempo dijo que su objetivo central era la formación de un frente de izquierda-centro, es decir, subordinar los objetivos de los trabajadores a los de la burguesía, a través del aliancista PS, del ARI, etc…? Retiraron al MTL del Bloque Piquetero y de la lucha contra el gobierno para reunir todas sus fuerzas en torno a la repodrida CTA; ¿por qué, entonces, debería extrañar lo anteriormente citado en un partido que tiene esta conducta (para no mencionar “pequeñeces” como el voto al facho de Herminio Iglesias en el ‘83, el apoyo a la dictadura de Videla, etc., etc., etc…).


 


¿Y del MST? ¿Nos puede llamar la atención que al morenismo le importe un pomo si hay o no una oportunidad para la clase obrera? Denunció al movimiento piquetero como lúmpen durante años, le dio la espalda en aras de una política PQB y mediática de defensa de los derechos humanos, y luego se colgó para “no quedar afuera”.


 


Lo mismo vale para el PCR-CCC, que integró el frente que llevó a Menem a su primera presidencia (y a muchos “comunistas revolucionarios clasistas y combativos” a ocupar altos cargos en montones de municipios), y se acerca al Bloque cada vez que el gobierno le patea el traste.


 


Que la izquierda pierda una gran oportunidad para formar un frente de ella misma y los luchadores, que nos impulsaría a todos, es previsible.


 


Pero ¿qué hicimos nosotros con la oportunidad de poner en un brete de este tipo a la izquierda (¡como lo hicimos!), pero ante todo el pueblo argentino?


 


La respuesta es sencilla: nada. ¿Por qué? Porque cometimos el mismo error que vengo señalando hace años: El PO no hace campaña electoral. Y eso es el resultado de que nos embarga un “prejuicio de izquierda” respecto de la clase media que, en el caso específico de la Capital, y por la importancia del distrito en el país, se expresa con toda claridad en cada período preelectoral en la Ciudad de Buenos Aires.


 


Para ser breve: critiqué la falta completa de una campaña donde nos dirijamos al electorado, en un lenguaje llano, que exprese sus preocupaciones fundamentales.


 


En Prensa Obrera Nº 809 del 17/7/03 mi propuesta era tener, como uno de los ejes fundamentales de campaña, la cuestión de la inseguridad.


 


En estas oportunidades, se me contestó, como en un plenario en Floresta, que mi posición no correspondía a un partido obrero, o que “nosotros no podemos ir con un programa a cada clase social porque eso es oportunismo”, cuando en el Programa de Fundación de la Cuarta Internacional, el Programa de Transición, de León Trotsky, se dice exactamente lo contrario, es decir que los revolucionarios deben tener un programa para la pequeña burguesía del campo y de la ciudad.


 


Hoy el problema se repitió: hace dos meses, sacar un afiche donde les dijéramos a los dos millones de votantes de la ciudad que el Partido Obrero quería un Frente de la izquierda y de los que luchan, era “prematuro”; hoy sacamos un afiche, pero ya es tarde, y encima no nos dirigimos al pueblo, sino a la izquierda.


 


Una campaña popular, con afiches, volantes, mesazos y actos por el Frente nos hubiera colocado ante los ojos de la población de un modo superior; hoy, salvo un sector del activismo y la militancia de la izquierda, nadie sabe de nuestra lucha por el Frente.


 


Rechazo de antemano el argumento de si creo que eso nos hubiera dado antes, o nos daría en octubre próximo, más votos. No se trata de hacer apuestas, ya que los factores que intervienen en el asunto son muchos, variados, y en muchos casos impredecibles. De lo que se trata, en un período preelectoral, es de aprovechar la atención de la gente en “la cosa pública” para elevar la conciencia, para organizar, para difundir nuestros planteos, pero también hay que sacar muchos, pero muchos, votos. Y para eso hay que hacer Campaña electoral.


 


Insisto: en la Capital Federal no votan 10 mil, ni 20 mil, ni 50 mil personas; votan 2.000.000.