Correo de lectores
4/11/2004|875
Lo obvio: invisible; lo ausente: operante
Como decía Trotsky en su Crítica de la vida cotidiana, los hábitos de relación y las formas de manejamos todos los días constituyen los aspectos más conservadores de la vida. Aquí, hasta los revolucionarios son resistentes al cambio. Como en todo lo demás, la conciencia del problema nos da las herramientas para poder superar nuestra alienación
Los hombres y las mujeres no somos iguales; las diferencias en la vida cotidiana se transforman en relaciones de poder envenenando la relación entre los géneros. Así, lo que debiera amalgamarse en la gratitud y el compañerismo se solidifica muchas veces en relaciones de sometimiento.
Los hombres y las mujeres no deberíamos tener los mismos derechos, las mujeres necesítanos algunos más.
Esa necesidad es el fundamento de la organización de las mujeres por sus reivindicaciones de género. Esa organización se mantendrá en el tiempo, aún después de resueltas las causas objetivas de la desigualdad, mientras existan rémoras de las conductas del pasado.
Cuando la Prensa Obrera refleja las consignas del Encuentro de Mujeres de Mendoza, se omite una que, a mi juicio, marcó el momento de más emoción y verdad. Frente a la iglesia de San Francisco, protegida por los templarios de la moral (sólo hombres), el grito ensordecedor de las compañeras: ‘saquen sus rosarios de nuestros ovarios’, estableciendo la soberanía de la mujer sobre su genitalidad y derecho al placer. No siendo lo único, seguro que por ahí comienza.
Para que no haya ausencias en el análisis que obstaculicen la toma de conciencia, y porque hace a la salud mental, a veces es necesario señalar lo obvio, para una correcta critica de la vida cotidiana.
Con saludos fraternales