Mi amigo Berni

Liniers

Ha fallecido Bernardo Ciubotariú. Militante del Partido Obrero y de su antecesor, Política Obrera.


“Berni” integraba hace años la Secretaría de Medios del Partido, una de las tantas instancias que compartimos.


Su inesperada muerte ocurrió pocas horas después de realizarse un estudio (cateterismo) indicado por su médico, debido a una irregularidad cardíaca detectada oportunamente.


A Berni lo “tenía visto” de marchas y actos, hasta que en 1998 nos encontramos en “Eter”, la escuela terciaria de donde ambos egresamos en diciembre de 1999, como realizadores integrales de radio. La militancia en PO y la pasión por la radiofonía fueron los caminos comunes que condujeron a ese encuentro, que fue también el inicio de nuestra amistad.


Ambos éramos hombres maduros que “volvíamos a las aulas” para estudiar. Luego, entre muchas otras experiencias en radio, llegó “El Bisturí”, un programa de actualidad en el año 2000, en el que aprendí con él, tanto o más que en Eter.


Tiempo después lo encontré a “Pato”, un ex compañero, hoy simpatizante, a quien le presenté. Con Berni, Pato y su mujer, Lili, formamos una especie de cofradía que se reunía una noche por semana a cenar, jugar ajedrez, pool y charlar.


Sus últimos tiempos fueron difíciles: su trabajo, que aborrecía, en una institución judía sionista, un ambiente insoportable para un revolucionario; la enfermedad de su madre, que en el último año y medio se convirtió en su segundo trabajo (solía quejarse con bronca porque eso le impedía militar más)…


Berni y yo solíamos encontrarnos los domingos por la tarde en el bar de Salguero y Rivadavia para hablar, café de por medio. En el último de estos encuentros, nos contamos nuestros avatares y al salir, en la despedida, le dije: “Es cierto que tenemos problemas, pero nos tenemos”. Me respondió un par de días después: “Me gustó eso que dijiste ¿eh?, me gustó…”


La ceremonia religiosa en el breve velatorio, y luego en el cementerio, todo orquestado por su hermano recién llegado de Israel, en donde vive, son un agravio, de ningún modo un homenaje, a mi amigo, ateo y socialista.


Por respeto a sus hijos fui al velatorio, esperando encontrarlos. No estaban. Junto a Pato y Lili fuimos entonces al cementerio. Tampoco estaban allí. Como dice el tango “tarde me di cuenta…”


Cuando me puse en contacto con ellos, concretamente con Alejandra, todo terminó por aclararse: sus hijos, que no eran militantes formados en el marxismo, supieron desde un principio que la “toma de riendas” del hermano de Berni, y su accionar, eran lo contrario de lo que su papá quería, de lo que su papá era. Como me dijo Alejandra por teléfono hace unas horas: “Yo sé que mi viejo está conmigo, alrededor mío, y no debajo de ese pedazo de tierra…” ¡hija ‘e tigre!


Berni fue un tipo de una sola pieza. Y ésa es, en esencia, la simiente que dejó en sus hijos, y en todos los que lo conocimos bien.


Cuando salga este periódico, ya me habré reunido con “Ale” y sus hermanos, María Laura y Darío. Será el comienzo, deseo de todo corazón, ayudar en la tarea de que germine aquella semilla.


Y un último acto de amor a mi difunto, querido amigo Berni.


19/8