Milton no exagera

Compañeros de Prensa Obrera:


Deseo rectificar algunos términos y cantidades volcados en el artículo “El PCB en los generadores de Edesur”, aparecido en el periódico del 19/2, como así también ampliar algunos conceptos.


En primer lugar, las máquinas instaladas por Edesur, Edenor, Edelap y otras, no son generadores sino transformadores. Estos equipos transforman la media tensión (13.200 voltios) en baja tensión (380/220 voltios) para el consumo domiciliario. Es realmente imposible que existan 204 transformadores por manzana, esto debe haber sido un error tipográfico; normalmente se instala un transformador cada 4, 6 u 8 manzanas, según la demanda de potencia de la zona.


Respecto al PCB quisiera ampliar la información. ¿Qué es el PCB? En español, deberíamos llamarlo BCP, pues son compuestos químicos obtenidos a partir de la cloración (agregado de cloro) de una molécula orgánica, denominada bifenilo; es, pues, un Bifenilo Policlorado (BCP).


Los PCB son compuestos químicos formados por cloro, carbono e hidrógeno; son muy resistentes al fuego, muy estables, no conducen la electricidad y tienen baja volatilidad a temperaturas normales. Estas características lo han hecho ideal para la elaboración de una amplia gama de productos industriales. Pero la estabilidad que los caracteriza juega un papel muy importante en su peligrosidad, ya que al dispersarse en el medio ambiente, permanecen durante tiempo muy prolongado.


Junto al riesgo propio del PCB, existe la posibilidad de formación de dioxinas y furanos (en caso de incendios). Las dioxinas son aún más tóxicas que los PCB y tienen una alta persistencia en el ambiente. Las patologías que producen estas sustancias son las siguientes: cáncer (todos), labio leporino, endometriosis (crecimiento anormal de células uterinas), Parkinson, diabetes, linfomas, epifisiólisis (fracturas de cabeza de fémur), hipotiroidismo, lupus, púrpura, espina bífida, cloracné, huevo uero (abortos espontáneos), criptorquídia (testículos más grandes o más altos), hipospadia (la uretra no llega al final del pene), anemas crónicas, bebés con problemas respiratorios, irritación de las mucosas, malformaciones, hiperpigmentación sectorizada de la piel, etc.


Pero el riesgo para la población no proviene sólo de los transformadores que se encuentran en la vía pública, pues se han utilizado (y tal vez esto continúe) en los siguientes equipos eléctricos: capacitores, refrigeración de motores eléctricos, reguladores de tensión, balastos para iluminación, sistemas de arranque de grandes motores, etc. Estos equipos se encuentran normalmente en industrias, en muchas de las cuales resulta probable que ni sus dueños sepan el peligro que representan para el personal que trabaja en contacto casi directo con esos elementos. ¡Y ni qué hablar si alguno de ellos explota y toma fuego! Las consecuencias para los trabajadores serían fatales.


La legislación nacional divide la contaminación de PCB en 3 grandes grupos: concentraciones menores a 50 partes por millón (ppm): libre de PCB; concentraciones mayores a 50 ppm y menores a 500 ppm: contaminados con PCB; concentraciones mayores a 500 ppm: PCB puro.


Para tener una idea, consideremos lo siguiente: si en una bañera llena de aceite para transformadores (aproximadamente 300 a 350 litros, que es lo que contiene un transformador de 160 a 250 KVA) coloco una gota de PCB, eso es aproximadamente 1 ppm y tiene un radio de acción de 60 metros. Si explotara un transformador contaminado con 30 ó 40 ppm de PCB, yo desearía estar a no menos de 1 km de ese lugar. Sin embargo, hasta 50 ppm se lo considera “libre de PCB”.


El compañero Milton no exagera cuando dice: ¡rumbo a la muerte!