Nunca estuve en una marcha, pero me siento piquetero

Señor director de Prensa Obrera:


He decidido escribirle después que, hace unos días, sucediera algo que me conmovió profundamente, por lo cual sentí la necesidad de buscar información que no viniera de una fuente oficial sobre los piqueteros, y en particular sobre el Polo Obrero y el Partido Obrero.


Soy empleado técnico especializado en una compañía de telefonía celular en Córdoba. Tengo 46 años, estoy casado y tengo cuatro hijos repartidos en escuela primaria, secundaria y universidad. Mi familia es la razón de mi vida. Mi sueldo, de casi dos veces y media la canasta familiar, me ha permitido en estos últimos años aportar muchas comodidades materiales a mi familia. Pero imagine usted la contradicción y la frustración que significa para alguien que vive para su familia no estar nunca con ella. Soy empleado full-time, mi jornada laboral promedio ronda las 15 a 16 horas de lunes a lunes. Pero mi celular puede sonar a la medianoche, o a las tres de la mañana, o en la siesta del domingo, y yo debo hacer de soporte técnico a esa hora, y si el problema es grave dirigirme personalmente a solucionarlo. No exagero si le digo que mi vida es un infierno.


La mañana del 19 de febrero, iba yo en mi camioneta (muy apurado por solucionar un problema técnico en Carlos Paz) escuchando Radio Universidad, cuando difundieron una encuesta con la que me sentí muy identificado: la mayoría de los cordobeses estaban en contra de los cortes de ruta anunciados por los piqueteros. A los pocos minutos, anunciaron un reportaje a un dirigente del Polo Obrero (no podía recordar el nombre pero al entrar a la página del PO vi una nota con su firma: Eduardo Viñolo). A medida que la nota transcurría comencé a comprender que había responsables con nombre y apellido de mi desgracia. Fue como si el alma me volviera al cuerpo después de años. Me impactó la sencillez con la que aquel piquetero trazó un diagnóstico del porqué de la desocupación, de la miseria, del vaciamiento de las obras sociales y del vaciamiento de empresas (yo estuve desocupado casi un año al cerrar otra empresa en la que trabajé), y planteaba soluciones, con las que podrían devolverme a mi familia y crear trabajo para millones. Me pareció brillante el Proyecto de Ley Laboral. Pero por sobre todas las cosas cambió mi punto de vista: mi horizonte ha dejado de estar en que el gobierno de Néstor Kirchner pueda solucionar los problemas de la gente; él y todos sus funcionarios dicen que la recuperación de la economía y de los puestos de trabajo de varios millones dependería de la inversión de empresarios como mis patrones, y yo sufro en carne propia lo que eso significa. Fue de boca de un piquetero que escuché un planteo sensato, a partir del cual vi una posibilidad de que todo esto cambie.


Por eso busqué y encontré la página www.po.org.ar, y al leer el editorial del señor Jorge Altamira “El gobierno de Kirchner y los piqueteros”, reconfirmé mi sensación y me atreví a escribir. Quiero contarle, señor director, que nunca jamás participé en una marcha o hice paro, pero desde ahora me siento un piquetero más. Ese día llamé a Radio Universidad para decir que después de escuchar al dirigente piquetero había cambiado de opinión, y lo pasaron. He recomendado a mis compañeros de trabajo que, aunque se movilicen en 4×4, deben entrar a leer la página del Partido Obrero.


Lo saludo fraternalmente. Gracias por su tiempo