Correo de lectores
23/6/1993|394
“Para conquistar la paz, derroquemos a la burocracia continuista”
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"24. En todas las repúblicas de la ex Yugoslavia, crece el movimiento por la paz inmediata y contra los regímenes continuistas, volcados a la negación de las libertades democráticas y a la opresión de las masas. El régimen de Frano Tudjman, ex general del ejército de Tito, disidente, encarcelado en el '72 y en el '81, remodela al Estado sobre bases policiales, sofoca las libertades democráticas y se empecina contra las reivindicaciones sociales de los trabajadores. Pero tanto su gobierno como aquel de Lubiana, a pesar de la movilización nacionalista "en defensa de la patria", no logra encontrar un equilibrio estable e intrínseco. El movimiento obrero se organiza en confederaciones independientes (tanto en Serbia como en Estovenia), la instrumentación de la guerra en clave étnica y nacionalista no ha detenido la conflictividad social y reivindicaba.
"25. Cesación inmediata de las hostilidades, paz ya. El movimiento de los trabajadores yugoslavos no es históricamente ni congénitamente impotente ante la barbarie de la ex Federación. De tal manera que la única salida posible a la crisis actual reside en la capacidad de movilización del movimiento de masas y obrero contra la nomenklatura-FMI. Este movimiento, junto a la organización pacifista, deben ser los interlocutores del movimiento de solidaridad internacional. Tendencias diferentes, por ahora relativamente minoritarias, comienzan a precisar los contenidos de una salida política.
“Derrocamiento de Milosevic y de su sistema de poder. Ninguna sustitución por una nomenklatura aceptable y funcional a los intereses del imperialismo. Ningún embargo contra el pueblo serbio y ninguna intervención militar de la ONU, la CEE y afines. Derecho a la autodeterminación (por lo tanto, incluso, el derecho a la separación política) de todos los pueblos y minorías nacionales. Defensa de la propiedad social.
"La afirmación de una auténtica democracia basada en la propiedad social implica el derrocamiento de los regímenes continuistas y/o reconvertistas, todos sin excepción favorables a la restauración capitalista. Y en Serbia, esto presupone liquidar el viejo aparato estatal en descomposición, exigir la caída de Milosevic, reclamar que deje de hablar en nombre del pueblo serbio, para dar inmediatamente la palabra al pueblo, exigir la elección de una Asamblea Constituyente que instaure la democracia, ponga fin a la guerra, proteja a los trabajadores de la amenaza de liquidación social y defienda la propiedad social.
“En el '45, los obreros y campesinos realizaron la unidad de los pueblos yugoslavos: luchaban por una unión libre de las repúblicas soberanas en el cuadro de una federación de los Balcanes, emancipada de la opresión y la explotación. Es necesario ayudar a las masas explotadas y oprimidas de la ex Yugoslavia a liberarse de los “señores de la guerra”, de los burócratas reconversionistas en agonía y de sus aliados: las potencias europeas y el imperialismo. El conflicto yugoslava no se resolverá con llamados a los gobiernos y a las potencias que han provocado la masacre ni a los politicastros burgueses, que identifican la lucha por la paz con el reparto del mercado, ni a los regímenes burocráticos a sueldo del imperialismo: sólo las masas oprimidas y explotadas de la ex Yugoslavia y las masas laboriosas de Europa pueden abrir una salida política a la crisis que desangra a esta parte del mundo.
'26. La guerra yugoslava preanuncia convulsiones nuevas y más dramáticas en los Balcanes, en la ex Europa del Este y en el conjunto de Europa. Además, los desórdenes que reinan en la ex Yugoslavia, teatro de genocidios abominables, expresión por antonomasia del “nuevo orden” de Bush (ahora Clinton), Kohl y sus socios, amenaza con sepultar definitivamente las veleidades geodiplomáticas de las potencias imperialistas. El activismo febril de los organismos supranacionales acelera la marcha hacia el caos, agudizando los movimientos telúricos profundos que incriminan el orden sancionado en Yalta y en Postdam. La barbarie de la guerra amenaza con sacudir hasta sus fundamentos el equilibrio mundial y los regímenes agonizantes"
10 de febrero de 1993