“Para conquistar la paz, derroquemos a la burocracia continuista”

"24. En todas las repúblicas de la ex Yu­goslavia, crece el movimiento por la paz inmediata y contra los regímenes continuistas, volcados a la negación de las libertades democráticas y a la opresión de las masas. El régimen de Frano Tudjman, ex general del ejército de Tito, disidente, encarcelado en el '72 y en el '81, remodela al Estado sobre bases policiales, sofoca las libertades democráticas y se empecina contra las reivindicaciones sociales de los trabajadores. Pero tanto su gobierno como aquel de Lubiana, a pesar de la moviliza­ción nacionalista "en defensa de la pa­tria", no logra encontrar un equilibrio esta­ble e intrínseco. El movimiento obrero se organiza en confederaciones independien­tes (tanto en Serbia como en Estovenia), la instrumentación de la guerra en clave étnica y nacionalista no ha detenido la conflictividad social y reivindicaba.


"25. Cesación inmediata de las hostilida­des, paz ya. El movimiento de los trabaja­dores yugoslavos no es históricamente ni congénitamente impotente ante la barba­rie de la ex Federación. De tal manera que la única salida posible a la crisis actual reside en la capacidad de movilización del movimiento de masas y obrero contra la nomenklatura-FMI. Este movimiento, jun­to a la organización pacifista, deben ser los interlocutores del movimiento de soli­daridad internacional. Tendencias diferen­tes, por ahora relativamente minoritarias, comienzan a precisar los contenidos de una salida política.


“Derrocamiento de Milosevic y de su siste­ma de poder. Ninguna sustitución por una nomenklatura aceptable y funcional a los intereses del imperialismo. Ningún em­bargo contra el pueblo serbio y ninguna intervención militar de la ONU, la CEE y afines. Derecho a la autodeterminación (por lo tanto, incluso, el derecho a la sepa­ración política) de todos los pueblos y minorías nacionales. Defensa de la pro­piedad social.


"La afirmación de una auténtica democra­cia basada en la propiedad social implica el derrocamiento de los regímenes continuistas y/o reconvertistas, todos sin ex­cepción favorables a la restauración capi­talista. Y en Serbia, esto presupone liqui­dar el viejo aparato estatal en descompo­sición, exigir la caída de Milosevic, recla­mar que deje de hablar en nombre del pueblo serbio, para dar inmediatamente la palabra al pueblo, exigir la elección de una Asamblea Constituyente que instaure la democracia, ponga fin a la guerra, proteja a los trabajadores de la amenaza de liqui­dación social y defienda la propiedad so­cial.


“En el '45, los obreros y campesinos rea­lizaron la unidad de los pueblos yugosla­vos: luchaban por una unión libre de las repúblicas soberanas en el cuadro de una federación de los Balcanes, emancipada de la opresión y la explotación. Es necesa­rio ayudar a las masas explotadas y opri­midas de la ex Yugoslavia a liberarse de los “señores de la guerra”, de los buró­cratas reconversionistas en agonía y de sus aliados: las potencias europeas y el imperialismo. El conflicto yugoslava no se resolverá con llamados a los gobiernos y a las potencias que han provocado la masacre ni a los politicastros burgueses, que identifican la lucha por la paz con el repar­to del mercado, ni a los regímenes buro­cráticos a sueldo del imperialismo: sólo las masas oprimidas y explotadas de la ex Yugoslavia y las masas laboriosas de Europa pueden abrir una salida política a la crisis que desangra a esta parte del mundo.


'26. La guerra yugoslava preanuncia con­vulsiones nuevas y más dramáticas en los Balcanes, en la ex Europa del Este y en el conjunto de Europa. Además, los desór­denes que reinan en la ex Yugoslavia, teatro de genocidios abominables, expre­sión por antonomasia del “nuevo orden” de Bush (ahora Clinton), Kohl y sus socios, amenaza con sepultar definitivamente las veleidades geodiplomáticas de las poten­cias imperialistas. El activismo febril de los organismos supranacionales acelera la marcha hacia el caos, agudizando los movimientos telúricos profundos que in­criminan el orden sancionado en Yalta y en Postdam. La barbarie de la guerra amenaza con sacudir hasta sus funda­mentos el equilibrio mundial y los regíme­nes agonizantes"


10 de febrero de 1993