Correo de lectores
8/4/1999|621
Posmodernidad y marxismo
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Señor director de Prensa Obrera:
Ciertos ‘marxistas´ caracterizan (por lo menos) erráticamente el actual momento histórico. Este error los lleva a trabajar sobre una falsa base.
Así, describen —por ejemplo— a la “posmodernidad” como un hecho en sí, como un fenómeno objetivo, y no como lo que realmente es: un momento histórico de hegemonía cultural capitalista, dentro de la lucha de clases.
No es pues, un fatalismo lo que debe caracterizar el discurso marxista sino una caracterización cabalmente revolucionaria.
Señalar los cambios mundiales (¿una revancha histórica del imperialismo?) como un hecho “de facto”, como una especie de metafísica que va más allá de lo concreto de la lucha de clases, es -efectivamente — poner el carro delante de los caballos.
En realidad se trata de una desfavorable correlación de fuerzas y un adoctrinamiento (una bajada de línea) por parte del imperialismo, a través de la superestructuralización de la conciencia del soberano.
Hoy por hoy, no estamos ante una “vuelta de la oscilación” de los procesos históricos, un ‘tiempo’ contrarrevolucionario (verdadera abstracción metafísica) sino de la afirmación cultural de derechas (una etapa de dominio de arriba hacia abajo).
El marxismo, entonces, no es un determinismo abstracto sino la afirmación del proletariado — una afirmación de una voluntad — versus otra afirmación, la del imperialismo.
Hablar de un período contrarrevolucionario es hacer de la lucha de clases una fenomenología abstracta.
La hegemonía capitalista no es un hecho metafísico sino manifestación de una voluntad, de un ’arte’ de dominio, una guerra, dos trincheras, un desenvolvimiento para disciplinar a las masas.
Se trata (el marxismo) de un arma, un instrumento, y es la supuesta “posmodernidad” la hegemonía del discurso de las derechas, un maquiavelismo digno de George Orwell en su libro “1984”.
De este modo es tan importante la lucidez de la vanguardia revolucionaria cuanto la estrategia de “ganar” las conciencias de las masas.
De este modo, no debemos caer en el objetivismo mecanicista (tópico típico del stalinismo) ni en el espontaneísmo voluntarista.
Objetivismo versus subjetivismo es una falsa contradicción.
Dice Karl Marx que la conciencia es el límite “entre la exteriorización —de lo subjetivo— y la interiorización —de lo objetivo—”.
Gracias.