Punchi contra la guerra

Militante del Partido Obrero Sección Argentina de la IV Internacional (Todo un orgullo camaradita)

Desde que eras del tamaño de la cabeza de un alfiler, toda tu vida la has vivido entre los militantes del Partido Obrero.

 

Y haremos todo lo que haya que hacer para criarte en esta escuela donde nunca dejamos de ser alumnos.

 

En tus poco más de 30 días de vida, el 8 de marzo, estuviste presente en la apertura de la lucha piquetera en el terreno electoral en San Fernando. El 14 de marzo en la imponente Plaza de Mayo del Partido, y al día siguiente también, en contra de la guerra.

 

Llegás con el privilegio de haber nacido en medio de una revolución en curso, hijo. Todos a tu alrededor sentimos dentro de cada uno de estos corazones, la fuerza de nuestro propio destino: socialismo o barbarie.

 

Sin embargo, compañerito, el 12 de febrero no fue un día completamente feliz para tus compañeros; ese día, querido amiguito, desalojaban a los trabajadores en lucha de la toma de la sucursal Torcuato de los supermercados San Cayetano, tal vez anunciándote que nuestra vida, debatiéndose en una implacable lucha contra los explotadores, se desgarra apretando los dientes, cargados de rencor por tanta injusticia y desigualdad, aprendiendo a derrotar a nuestros enemigos de clase.

 

Todos los que allí luchamos sonreímos por tu nacimiento y al mismo tiempo lloramos esa derrota, porque también era nuestra.

 

Así somos los piqueteros, sentimos las cosas con la razonable y furiosa fuerza con que ahora llorás por la teta de tu mamá, porque el sentido de la fuerza de quien puja por la vida es el mismo con que ejecutamos los piquetes.

 

Naciste en la pobreza más extrema: sin casa, tus padres sin trabajo, porque se robaron hasta “el pan que traías bajo el brazo” como decía un dicho popular.

 

Punchi, aunque no lo creas hijo, a los miserables que arrastran a la pobreza a millones de seres humanos les gusta llamarse civilizados y a nosotros, ¡violentos!

 

Sin embargo, la verdad es otra: los civilizados somos nosotros, los piqueteros, quienes hemos encabezado en nuestro país el repudio contra la guerra que ellos han armado.

 

Hijo, la pobreza enloquece, pero con los cortes de ruta recuperamos la salud mental y otras cosas.

 

Allí nos abrazamos, analfabetos y universitarios, ocupados y desocupados, pobres y no tan pobres; formando un solo puño nos hicimos piqueteros y muchos de nosotros, del Partido Obrero.

 

Extraordinariamente sanos, hemos vuelto a soñar, por ello no vacilamos en correr en auxilio de los compañeros del Subte, de TDO, como en esos días lo hicimos por los de San Cayetano, y como lo haremos sin vacilaciones de ninguna índole allí donde el concurso de nuestro sacrificio ayude a la lucha general de la clase obrera por librarse de la opresión.

 

Y como nuestra generación debe vencer a como dé lugar, y seguramente la tuya, desde las fábricas y facultades, deba embellecer el futuro, tal vez en un poema, en una canción o en una pintura puedas gozar el que alguien deje grabado para las generaciones futuras las palabras salvajemente exactas de los piquetes en Argentina durante la revolución obrera del siglo XXI:

 

Piqueteros, ¡Carajo!

 

Tu abuelo decía: “M’hijo, más importante que lo que se dice es quién lo dice…

 

Nos vemos en la lucha.