¡Quién podrá callar tanta verdad!

Hermanos, que buscáis el horizonte en la lucha que por ser despareja tropiezas


y tropiezas: ¿quién podrá desafiar tus denuncias?


¿Quién podrá callar tanta verdad?


A través de la Prensa Obrera comencé a responderme sobre el por qué y el origen de tantas puñaladas sentidas que calan profundo en mi corazón de mujer, el verdugo oculto, la censura, que calla el sonido de mi voz, los puños que se cierran, los labios que se aprietan, la mirada del hijo que interroga, la fuerza de la vida que irrumpe, la condena de la historia que trunca los sueños… ¡Hijo mío, por todo me verás marchar!


Quizás entre el humo de gomas que consumen el destino negro del que padece por la exclusión, quizás en los mocos de naricitas enrojecidas, en los ojitos llorosos y la mirada opaca, o en aquellos niños que revolean al viento el palo de los bombos por donde se escapa la impotencia y el dolor; quizás para el imperialismo sistemático y para los políticos improvisados sea el juego del gato y el ratón, para quien duerme con el corazón destapado, develado en soledades acechantes, al pie del redoblante en las banquinas, en las rutas, en las plazas, en los barrios, en el campo o la ciudad, simplemente: “Piqueteros”; la muerte llegará, pero el sentido de la lucha sobrevive palpitando y el que queda caminando tendrá siempre a su lado otro como él, con tu, como yo.