Compañeros:

Les escribo para mandar mis condolencias y afecto a todos aquellos que conocieron a Silvia y, desde luego, a sus familiares.

Mi viejo fue uno de los primeros compañeros de Silvia en su militancia en el partido, y además fueron pareja en aquellos tiempos en Bahía Blanca.

Si bien la conocí “tarde” (hace unos dos meses), en una marcha, siempre estuvo presente en la memoria familiar por haber sido amiga de mis padres en los años posteriores.

Goyo (Carlos Martirena), mi viejo, nunca quedó bien parado al haber dejado la milit ancia, le faltaba una parte. Siempre recordaba, con esa simpatía y nostalgia que evoca todo recuerdo de un origen, sus comienzos junto al Colo Rath, Silvia, y su muletilla era decirnos que “Jorge es el ser más inteligente de la Tierra”. A tal punto dejar el partido es duro (cuando uno es militante convencido), que había formado una especie de caparazón y nunca nos indujo a militar o acercarnos al partido. ¿En qué lugar quedan nuestra moral y todo lo que humana e intelectualmente tenemos para dar como persona, cuando no lo fundimos en la práctica política, cuando no lo vertimos en el Partido? Uno se transforma en una contradicción viviente entre conciencia y parálisis.

Disculpando la digresión, por suerte Silvia, como Jorge, el Colo, Julio y otros, no recorrió ese camino.

El último 1° de Mayo, hablando con una compañera (Ana María, de San Martín) sobre Silvia, le comentaba la sensación de que cuando nos deja alguien como ella es como si “Partido Obrero” perdiera una letra o una sílaba. Por más que la repongamos, no será más el original.

Gracias a “la Colorada” por haber fundado al PO, el hijo del Cordobazo y el padre del Argentinazo. Dos épocas gloriosas se fusionan y yo te elijo a vos para sintetizarlas. Te voy a llevar en mi corazón cada minuto que defienda nuestra bandera.

Gracias por haber luchado hasta el último día.

Quisiera agregar algo más. Tu vida ejemplifica lo vital que es la mujer como sostén de un partido que no descansa y que a partir del 29, más lejos estará de hacerlo. Y tendrás un merecido lugar cuando a esta nación la gobierne la clase obrera y se escriba la verdadera historia.

Un fuerte abrazo.