Réquiem para las Pymes balanceras

Que en la selva y en el capitalismo el bicho grande se come al chico no es ninguna novedad. Que el Estado bur­gués, propiedad al fin de la gran bur­guesía, favorece este proceso, tampo­co. Esto es, en definitiva, lo que está ocurriendo con el sector de empresas fabricantes de balanzas con el cambio de reglamentación operado hace poco por el gobierno “nacional y popular" que vino a recrear a la “burguesía na­cional".


Hasta antes del cambio de regla­mentación. los equipos debían ser aprobados por la Dirección de Metro­logía Legal, un verdadero prostíbulo. El costo de aprobación estaba entre los 100 a 300 pesos y era, técnicamente, una joda: la empresa que presentaba un equipo para su aprobación, "juraba" haber hecho el conjunto de ensayos especificados en la resolución 2307, presentaba planos, dibujos, lista de materiales y listo, equipo aprobado (bueno, tal vez con algún "incentivo").


El cambio de reglamentación esta­blece que el Inti controlará los siste­mas de pesaje, y éste se propone ha­cer cumplir a rajatabla la resolución 2307. "¡Muy bien!, dirán los tecnócratas “apolíticos". “Era necesario contro­lar los sistemas de pesaje". Pero el meollo de la cuestión está en que los aranceles del Inti son prohibitivos pa­ra los pequeños fabricantes. Si éstos quieren hacer aprobar un equipo, de­berán pagar tres veces por el mismo servicio. Es que antes de ello, el pe­queño fabricante (que no cuenta con la aparatología necesaria para los en­sayos) deberá contratar los servicios del Inti para saber si su equipo pasa o no tas pruebas. Luego, arancel por medio, deberá presentar al Inti el pro­totipo del sistema para que sea ensa­yado (en el mismo laboratorio) y even­tualmente aprobado. Si esto ocurre, con el certificado de aprobación del Inti deberá ir a la Dirección de Metrolo­gía Legal y, arancel por medio, solici­tar la aprobación del equipo.


Esto favorece sólo a los grandes ba­lanceros, los que en general tienen sus equipos aprobados (con la vieja regla­mentación), y de necesitar aprobar equipos nuevos, cuentan con el capi­tal necesario para este fin.


Pero, además, el Inti establecerá un sistema de precintos y todo aquel que repare una balanza deberá, amén de estar anotado como reparador, com­prarle al Inti un nuevo precinto para se­llar el equipo. Ante esto (y aquí se ve como la pequeña burguesía capitula ante la grande), la Cámara que agrupa a los pequeños balanceros ni chiquito. Es de prever el triste final de mu chas pequeñas empresas batanearas con todo k) que esto implica.