Correo de lectores
23/9/2004|869
Respuesta a Gati
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Los revolucionarios defendemos la vida. Evidentemente, hay un error de comprensión inexplicable en Gati cuando entiende la defensa del derecho al aborto como una defensa de la muerte. La nota que escribí demuestra que la ilegalidad del aborto lleva a la muerte o a la mutilación a miles de mujeres de la clase obrera, y contra esa tremenda injusticia se subleva. A no ser que Gati pretenda equiparar, a la manera de la Curia, la vida de seres humanos con la vida de un conjunto de células, ¿dónde está la defensa de la muerte?
Por supuesto, el aborto es un derecho negativo. Con el grado de avance de la ciencia, en un régimen socialista, el aborto sería casi un mal recuerdo, reservado para situaciones excepcionales: ya hay suficientes métodos anticonceptivos seguros como para evitar cualquier embarazo no deseado. En muchos países centrales el aborto es legal -una conquista arrancada por el movimiento de mujeres- y en nuestros países, las mujeres con recursos pueden pagarse tratamientos anticonceptivos eficaces y, en caso de ser necesario, un aborto clandestino pero seguro.
Por supuesto que estamos de acuerdo con la maternidad universal, que no es lo mismo que la maternidad compulsiva. Maternidad universal no quiere decir que las mujeres estemos condenadas a ser madres “cuantas veces Dios lo quiera", como indica la Iglesia y como alguna vez lo quiso el estalinismo, sino que tenemos derecho a tener todos los hijos que queramos, cuando los queramos, y el Estado debe proveer los recursos para garantizarles vivienda, salud, educación, guarderías, de modo que la maternidad no nos convierta a las madres en lo que Trotsky llamó “animales de carga". Nadie tiene derecho a ignorar que esa es una lucha cotidiana de nuestra organización. Y por supuesto que estamos de acuerdo con una sexualidad libre, disociada de la procreación. Así debe llamarse esto, y no lo que la jerga de Naciones Unidas convirtió en “derechos reproductivos", medicalizando la sexualidad y la maternidad, tratando de despojarla de sus aspectos sociales, de la misma manera que los médicos higienistas de principios de siglo medicalizaron la maternidad en su esfuerzo por convencernos a las mujeres de que el papel que nos reservaba la sociedad era exclusivamente la esclavitud doméstica y la crianza de los niños.
En cuanto a la Revolución de Octubre, el derecho al aborto fue reconocido en la Constitución soviética de 1920. Dejemos hablar a Trotsky: "El poder revolucionario ha dado a la mujer el derecho al aborto, uno de sus derechos cívicos, políticos y culturales esenciales mientras duren la miseria y la opresión familiar, digan lo que dígan los eunucos y las solteronas de uno y otro sexo"2. Recién en 1936, el estalinismo se permite gar el derecho al aborto junto con toda la legislación que protegía los derechos de la mujer y se proponía eliminar las causas de su opresión. Stalin declara en 1936: "El aborto que destruye la vida es inadmisible en nuestro país. La mujer soviética tiene los mismos derechos que el hombre pero eso no la exime del grande y noble deber que la naturaleza le ha asignado: es madre, da la vida". Trotsky contesta: "Evidentemente, estos señores han olvidado que el socialismo debería eliminar las causas que empujan a la mujer al aborto, en vez de hacer intervenir indignamente al policia en la vida intima de ia mujer para imponerle 'las alegrías de la maternidad'". Los revolucionarios no creemos en los deberes impuestos por la naturaleza. Nos sabemos productos sociales y luchamos por la emanci- pación humana, tanto de las fuerzas de la naturaleza como de la opresión de clases. Pero, sobre todo, intervenimos sobre la vida misma, sobre el movimiento vivo de las masas. ¿Qué propone Gati para que la maternidad deje de ser compulsiva entre las trabajadoras y para que tratar de evitar esto no les cueste la vida?