San Luis: la verdad detrás de los “spots” de Alberto

Existe una especie de mito acerca de San Luis; mucho más en estas elecciones presidenciales, en las que el candidato puntano hace alarde de su terruño como una provincia modelo, donde todos están felices y contentos.

Cuando uno recorre la ciudad de San Luis se observa cierta tranquilidad, como si no pasara nada delictivo. Quizá la clave consista en la “seudovigilancia” que en cada cuadra realizan trabajadores del plan de inclusión social, que hacen tareas de prevención del delito sin que se lo reconozcan, ya que por ley no pueden hacerlas. También en los hospitales se cubre el faltante de personal con gente del plan. Estos planes tienen punteros que llevan un control de asistencia, y sus trabajadores no cuentan con ningún derecho. Las mujeres que tienen hijos pequeños enfermos (catarros, resfríos, etc.) los dejan al cuidado de un familiar, o en algunos casos pagan por su cuidado, para no faltar y no perder el plan.

Estos compañeros cobran por esta prestación laboral 600 pesos: una parte en dinero y la otra con bonos del plan de inclusión social, que se canjean en todos los comercios -es decir, alimentos y ropa.

La prestación en salud es paupérrima. Hay dos hospitales, el policlínico de la ciudad de San Luis y el de Juana Koslay, que tienen importancia en toda la provincia. La mayoría del personal profesional-técnico esta precarizado, con contratos que duran tres meses. El salario promedio de una enfermera/o es de alrededor 2.000 pesos y no se respeta la ley nacional de ejercicio profesional de enfermería. En el caso de los profesionales tienen el bloqueo de título, lo que les impide trabajar en otro ámbito. Es corriente la falta de especialistas: existe un solo neurocirujano en toda la provincia.

Un empleado de reciente ingreso en la municipalidad de Juana Koslay, con tarea nocturna y cargo de inspector de locales bailables, cobra 1.000 pesos -siendo que el alquiler cuesta, en las cercanías de esta localidad (El Volcán, Los Puquios), de 700 a 900 pesos. No es cierto que todo el mundo tiene su casa ni que su asignación sea a quien corresponde. Por ejemplo, en El Volcán hay muchas casas que se usan de veraneo y corresponden al programa de vivienda de la provincia. Es decir que no existe un control público y serio de este programa.

En cuanto al famoso Wi-fi, que es conocido y propagandizado como único en toda la Argentina, ha entrado en crisis. La netbook se entrega en comodato a la familia del alumno, y si presenta fallas por el uso o agotamiento de la batería queda en desuso, ya que no puede ser tocada por ningún técnico. Hoy en las escuelas se vuelve al sistema anterior de la netbook —es decir, ¡el pizarrón y la tiza!

“¿No me crees? ¡Vení a verlo!”.