Trueque: ¿Una escuela de mafiosos? (2)

A la Dirección del periódico Prensa Obrera


Prensa Obrera con un furibundo título “El EDI, cómplice intelectual de la estafa del trueque” (PO Nº 780, 14/11) ha publicado una nota de respuesta con la firma de Jorge Martín a una carta de lector que remitiera a vuestro periódico en el mes de abril pasado (PO N° 750, 18/4)


La tardía respuesta no conlleva sólo epítetos, difamaciones e improperios [1], sino en particular, y esto me parece lo más importante, incluye una serie de muy llamativas consideraciones y argumentos en relación al tremendo esfuerzo que millones de personas deben desarrollar día a día para conseguir el sustento familiar en el marco de la mayor catástrofe social y económica de la historia del país.


El columnista y en forma posterior el periodista Luis Oviedo (“El derrumbe del trueque” PO N° 781 21/11), ratifican argumentaciones realizadas por un dirigente del Polo Obrero de Berazategui, Miguel Vittone, quien señalara en vuestro periódico que la expansión de formas de trueque era debida exclusivamente a una maniobra del PJ bonaerense “para evitar la masiva organización de los desocupados y por el otro mantener la red de punteros” (PO N° 745, 14/3).


No conozco si por razones de ignorancia o directa mala fe, los señores Martín y Oviedo repiten las falsas generalizaciones sobre “la manipulación y el control de emisión de los créditos” en todas las redes de trueque. No son capaces ni siquiera de indicar diferencias básicas entre las redes, en particular entre la Red Global del Trueque -la más conocida como “la de la Bernalesa”- que contó con el aval de los caudillos peronistas, y la Red del Trueque Solidario.


Esta última en todo momento, aun en pleno auge de concurrencia a los nodos a principios de año, presentó denuncias públicas sobre las prácticas de emisión, corrupción y clientelismo político de la Red Global, destacó la imposibilidad del intercambio sin producción, anticipó que las enormes limitaciones de abastecimiento de productos básicos en particular en los centros urbanos podían llevar al colapso del sistema, e introdujo un sistema abierto de información y control -publicación del estado de circulante, auditorías cruzadas, inyección no arbitraria de nueva emisión de créditos, etc.-; “transparencia informativa” que, supone el columnista, no sería necesaria ni deseable para una organización política no burguesa como el PO.


El Sr. Vittone fue invitado en forma directa a conocer el funcionamiento e intercambiar opiniones con organizadores y concurrentes de la Red del Trueque Solidario. Tal vez en la oportunidad podría haber verificado lo indicado y hasta brindar lecciones de economía al despreciado grupo de profesores e investigadores de la UBA -que durante quince meses en forma gratuita (no recibiendo subsidio estatal alguno, y en el caso de muchos colegas ad-honorem)- y alumnos siquiera receptores del plan Jefes de Hogar oficial, hemos estado trabajando en el tema. Vittone -ni tampoco dirigente alguno del PO- respondió a la invitación planteada. ¿Quién es el “encubridor” y hasta “cómplice intelectual”, y de qué?


De todas formas, entiendo que el análisis más interesante planteado por todos los artículos publicados se relaciona con el aparente aporte explicativo a un tema básico no sólo para el pensamiento económico sino en realidad para la vida cotidiana como es el de la relación del intercambio con el valor.


Jorge Martín realiza una explicación muy curiosa sobre las condiciones de intercambio que pueden darse entre un profesor universitario y un herrero. Claramente confunde la medición del valor trabajo con la representación mercantil del dinero, cuando habla de la “brutal explotación de la fuerza de trabajo”. Sin duda la medición -y por supuesto el acceso al dinero- son fundamentales cuando existen relaciones de mercado y deben obtenerse productos que solamente son accesibles por el mismo (ejemplo: aceite y vino). ¿Pero qué trabajo excedentario, plusvalor o brutal explotación existe si el herrero hace una reparación al profesor a cambio de que éste brinde clases a su hijo?


En realidad solamente quienes veneran el mercado pueden confundir el intercambio directo y/o solidario en la vida cotidiana social, política, barrial y familiar con un vínculo capitalista, o la muy conocida diferencia entre trabajo productivo e improductivo. Un universo de acciones y emprendimientos se han desarrollado y siguen desarrollándose gracias al trabajo fraterno y la ayuda mutua.


La construcción de viviendas obreras gracias al esfuerzo compartido y las actividades de cooperadoras escolares, cooperativas de trabajo, sociedades de fomento, clubes de barrio, salas de primeros auxilios, bibliotecas populares, muchísimas ferias comunales y clubes de trueque y, por supuesto, la organización esforzada de militantes y activistas para la construcción de partidos de izquierda -incluido el PO- y la del propio movimiento piquetero, están basadas en estos principios. Por suerte millones de trabajadores y desocupados son ajenos a los aparentemente eruditos principios planteados por Martín. La suya es una visión que no sólo nada tiene que ver con la teoría valor trabajo, básica en la evolución histórica del pensamiento económico (Smith-Ricardo-Marx), sino que se vincula de hecho a un retrógrado mercantilismo al cual adhiere de hecho en forma a plena.


La posición tan terminantemente despectiva contra iniciativas de emergencia que millones de familias encaran con dignidad para mantener su hogar (cartoneros, huertas comunitarias, comedores barriales, etc.) hace suponer que, aunque con furibundas críticas y caracterizaciones sobre crisis “terminales”, el PO sigue reproduciendo las posiciones del Frenapo y de todas las vertientes keynesianas en general (incluidos Duhalde y la Iglesia Católica). Todos coinciden en suponer que la Argentina es un país extraordinario cuya riqueza permite prometer, gracias a la próspera naturaleza, el simple comienzo del reparto estatal de la prosperidad ya acumulada.


Se supone de hecho entonces que no existe una desestructuración gravísima del capitalismo que amenaza la disolución productiva y social y que requiere alternativas y emprendimientos de emergencia de organización, alivio, reinserción y apoyo educativo, cultural y social basados en la iniciativa y el trabajo de los propios afectados, sino que los problemas del país se superarían simplemente con una mayor demanda efectiva, encontrando líderes providenciales “buenos y que luego no traicionen”. La tarea sería exclusivamente repartir una riqueza que no estaría basada en el esfuerzo sino, como dirían Isidoro Cañones, la Sociedad Rural Argentina o burócratas políticos y sindicales, en “la bendición de nuestra rica e inagotable Pampa Húmeda”.


En tal perspectiva no son casuales los entusiastas comentarios de Pablo Rieznik a favor del “Derecho a la Pereza” (Crítica a los “Economistas de Izquierda), -teoría de Paul Lafargue que ya en el siglo XIX fuera muy severamente criticada por su suegro, el mismísimo Carlos Marx- la proclama de la cercanía del “Reino de la Abundancia” (Vittone, PO N° 745), y la alegría exclusivamente política por la crisis del trueque (Oviedo, PO N° 781). Tampoco lo es, sin duda, el despectivo tratamiento (¿piquetero o de Daniel Haddad?) contra el trabajo, estudio e investigación de la universidad pública (Martín, PO N° 780).


Más allá de los tonos y adjetivos injuriosos, creo que la polémica abierta en relación al trueque resulta valiosa y de interés, por estar referida a una experiencia social tan significativa en el último período. El EDI, de acuerdo a su habitual práctica de publicar todas las polémicas sin restricciones “por razones de espacio” ni censura, difundirá este intercambio de opiniones. Mucho espero que Prensa Obrera -periódico de un partido que mucho valoro y respeto- haga lo mismo, para seguir adelante un intercambio riguroso que puede ser de todas formas cordial y sin infantiles tropelías.


Cordialmente.