Correo de lectores
19/8/2004|864
Un consenso pique… ¿qué?
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Se ha iniciado una nueva discusión en la Prensa Obrera, y celebro por ello.
Esta vez el eje resulta ser un disfraz sin tapujos, es decir, una maniobra puramente del capital para extender su propio dominio, sin ningún tipo de pudor.
El consenso no es más que esto que se señala, porque lleva consigo un sinfín de contradicciones… y de lecciones.
Si bien el error del “Vasco" se deja expresar en sus últimos párrafos, cuando a cambio de una alternativa revolucionaria (la toma del poder por la clase obrera), imprime su confianza en la burguesía resolviendo hacer un "consenso" sin especificar el abanico que éste pueda tener en su seno.
El consenso siempre es ambiguo, nunca especifica nada. En él se sumergen los “independientes" y hasta los más descarados pro-imperialistas. Su lema es “entre todos podemos cambiar las cosas” y su más fidedigno emblema es “hay capitalistas más buenos que otros”. En él encontramos al stalinismo, al ecologicismo, al pacifismo, en fin, a todos los ingredientes del banquete imperial.
El consenso no es más que otra variante del frente popular, este que gobernará próximamente para el imperialismo en Uruguay, aquel que traicionó cuanta lucha obrera hubo en la historia. Quizás el "Vasco” debería buscar en el origen de su propio seudónimo leyendo la historia de la guerra civil española, donde se desarrolló un gran consenso, claro que para masacrar la revolución.
Para el marxismo no se debe buscar consenso, y el partido obrero no lo hace en ningún lado. No pretende seducir a las masas, sino ganarlas políticamente, a través de su vanguardia. El consenso es antagónico con la revolución y con sus métodos, porque los antagonismos de clase así lo determinan.
Aquellos que aducen "ganar consenso" también se equivocan, aunque en otra perspectiva. Los piqueteros marcan el camino de la victoria, con su organización, con sus métodos y con la construcción de su partido propio, como herramienta para la emancipación de la humanidad.