“Un mea culpa nos puede desviar del objetivo”

Me pregunto: ¿Cuál es la diferencia entre la conciencia de las masas argentinas que mayoritariamente votaron por la Alianza y la de las masas uruguayas que votaron por Tabaré Vázquez?


Según nuestro balance electoral, las argentinas viraron hacia la derecha (¿acaso estaban a la izquierda?), pudiéndose deducir que las uruguayas lo hicieron hacia la izquierda (a pesar de que el FA-EP no es de izquierda, pero esto las masas no lo saben).


Como el balance pone como eje central la conciencia de las masas (y me parece correcto que así sea para evaluar la contradicción entre sus luchas cotidianas y el voto a sus verdugos), me parece, por lo tanto, falso plantear que esta conciencia gira a la derecha o a la izquierda especialmente en época electoral. Los uruguayos de ninguna manera tienen una conciencia política más avanzada que la argentina por haber votado a un Frente Popular. Al contrario, tal vez sea al revés. Las masas de ambos lados del Río de la Plata tienen un denominador común: una profunda confusión política, fruto del ataque cada vez más brutal a que son sometidos por un sistema que, si bien tiene todavía un margen de maniobras para contenerlos, combinando a veces la represión y en otras las elecciones, sin embargo no pueden evitar descargar sobre ellas la enorme crisis mundial que lo afecta y que paulatinamente lo va erosionando.


Las elecciones no son el termómetro ideal para medir la conciencia de las masas. Y que el nivel político de éstas es muy bajo, tanto en la Argentina como en Uruguay, lo demuestra el carácter todavía marginal de los partidos obreros revolucionarios en ambos países (aunque el nuestro esté mucho más desarrollado).


Votar a la Meijide, al Chacho o al Frente Amplio no significa evolucionar a la izquierda y votar a De la Rúa o Ruckauf pronunciarse hacia la derecha. Ambos votos sólo sirven a los capitalistas. Nuestra clase obrera no ha sufrido ninguna derrota significativa. Sólo está en una impasse, en un empantanamiento por carecer todavía de una dirección política y sindical que la lleve al triunfo. La conciencia de las masas irá progresando a medida que el partido revolucionario tenga una intervención enérgica y decisiva en la vida cotidiana de la gente.


Muchas cartas de lectores hablan de la necesidad de organizar y llegar a los numerosos simpatizantes que tal vez nunca sean militantes, pero si son bien atendidos y con nuestras correctas caracterizaciones, difícilmente nos dejen de apoyar cuando los necesitemos.


Nuestros locales deben ser no sólo centros políticos sino también sociales y culturales, lugares donde la gente pueda acudir y encuentre mínimamente respuestas a alguna de sus necesidades más apremiantes (el ejemplo del local de Villa Corina, en Avellaneda, es para imitarlo). El PO no es un partido electoralista sino de militancia. Valen más 200 compañeros nuevos que se hayan incorporado en esta campaña electoral a 20.000 votos menos que no sabemos dónde están.


Dediquémonos a construir un partido que sea de masas buscando constantemente los métodos más adecuados y simples para lograrlo. Si de algo tenemos que enorgullecernos es de haber mantenido por más de 30 años posturas políticas inalterables y correctas que han merecido el respeto de nuestros adversarios. Hacer un mea culpa por 20.000 o 30.000 votos en más o en menos es perder el tiempo y hasta nos pueden hacer desviar del objetivo planteado.