Un “programa realizable”

En el Correo de Lectores (PO N° 861) apareció una critica de Vasco Bustingorry a un articulo de Altamira, "El ‘problema piquetero’ de la izquierda".


¿Catastrofistas?


Lo primero que hace Vasco es acusar de un “brutal determinismo económico" y de “catastrofista" la afirmación de Altamira de que la única forma de acabar con el movimiento piquetero sería por medio de la acción estatal, porque el capitalismo no tendría salida frente a la desocupación. Desde que el mundo es mundo (capitalista), la desocupación ha actuado como reserva de mano de obra. El capital precisa de ésta no sólo para eventualmente “abrir”  nuevas fábricas sino, también, para empujar a la baja de salarios. Si decir esto es “catastrofismo”, Bustingorry tendría que explicar cuál seria la salida a la desocupación (y por lo tanto al “problema piquetero”) dentro del capitalismo.


Cuando se dice que una derrota del movimiento piquetero agravaría la desocupación y la explotación, simplemente se está señalando que esta de­rrota facilitaría (y seria la condición) de la aplica­ción a fondo de los planes de hambre y miseria que el movimiento piquetero ha venido enfrentando.


Más y más piquetes


Para el Vasco, esta frase resumiría la propuesta de Altamira, que no tomaría en cuenta la subjetividad de la población no piquetera, afectada por los cortes, y el consenso que tienen éstos. Pero, al margen del “consenso” y la “subjetividad” actual, el problema principal es que, en la medida en que la actual “estabilidad” económica no ha dado (ni dará) salida a la situación de empobrecimiento y miseria de los trabajadores (ni del grueso de la pequeña burguesía), capas de la población cada vez más amplias tendrán que salir a la lucha, hacer huelgas, cortar calles… en fin: hacerse piqueteras. “Más y más piquetes”; ¿o acaso no fue asi el proceso que en 2001 comenzó con los cortes de ruta y culminó en diciembre con el conjunto de las clases haciendo piquetes?


El método define a la clase


Aunque al Vasco le resulte difícil de entender, poner el acento en esta cuestión es justamente lo que permite desarrollar un análisis y una política que no peque de "determinismo economicista”. Pretender, como hacen él y los supuestos paladines de la ortodoxia, definir a la clase obrera únicamente por el lugar que ocupa en la producción, es justamente el peor de los economicismos. En realidad. Marx diferenciaba, en su análisis de las clases, el proceso que llevaba de la conciencia de “clase en si" a la clase para si” (momento en que se constituye realmente como clase.) De la clase definida en términos económicos a la clase como sujeto político.


Este proceso se reflejará, principalmente, en los métodos de lucha que adopten los trabajadores.-


Es en este sentido que podemos decir que el método define a la clase: en el proceso que lleva a la organización del proletariado en clase (Marx, en El Manifiesto), los trabajadores van reconociendo sus intereses, antagónicos a los de la burguesia, sale a la lucha, se organiza, y formula un programa que dé respuesta a sus reivindicaciones, sumando a los otros sectores explotados.


Justamente, una muestra del grado de reconstitución de la clase trabajadora en Argentina es el hecho de que lo que señala Altamira ("una huelga consecuente lleva al piquete") lo podemos encontrar -cada vez más- en el análisis de cualquier proceso de lucha obrera de los últimos tiempos. Allí se puede observar una articulación cada vez mayor entre las luchas de los trabajadores ocupados y las organizaciones piqueteras. Para muestra. Tucumán, donde la pelea de la clase trabajadora ocupada, sindical y piquetera ya lleva meses.


Cuando Vasco afirma que los piqueteros sólo son los desocupados que cortan rutas, y que por esto no se vincularían al resto de los trabajadores, ya que su objetividad y subjetividad corresponden a otra cosa; en realidad sólo está demostrando una tremenda ignorancia sobre el proceso real de (re) constitucón de la clase obrera en la Argentina de hoy.


Del "desarrollo del piquete” al “desarrollo del consenso”


Vasco se pregunta si el programa del PO es realizable, pero reduce todo el problema político al problema del consenso, planteando tomar en cuenta la necesidad de valorar la subjetividad de los que no son piqueteros… ¡chocolate por la noticia!


Nadie puede decir que las organizaciones piqueteras en general, y el Polo Obrero en particular, no tomen en cuenta ese factor, tanto a la hora de desarrollar sus planes de lucha, como en el momento de pensar su agitación hacia el resto de la sociedad. Pero decir esto no pasa de ser una obviedad: la cuestión de la hegemonía no es una cuestión de valoraciones subjetivas, sino más bien de relaciones de fuerza.


Una buena agitación y propaganda, una buena táctica de las organizaciones piqueteras hará carne en el resto de la sociedad, generará consenso, en la medida en que las organizaciones piqueteras sean vistas por las masas que están saliendo (o deberán salir) a la lucha como un canal para sumarse con posibilidades de victoria Es por eso que la cuestión decisiva es si el movimiento piquetero logra agrupar detrás suyo a cada vez más sectores, es decir, si elabora planteos que vayan más allá de las reivindicaciones directas de los sectores desocupados (¡proyecto de ley laboral obrera!), si se moviliza y tiende a fusionar su lucha con los trabajadores ocupados que están saliendo (¡Tucumán!, ¡Metrovías!, ¡Santa Cruz! ¡Zanón!), si organiza espacios de reagrupamiento, discusión y elaboración de la lucha conjunta (¡Asamblea Nacional de Trabajadores!)…


Es decir, una perspectiva obrera, una perspectiva piquetera. La perspectiva del Partido Obrero.