Un salvavidas al Mas

Septiembre de 2001


Desde sus orígenes, los marxistas revolucionarios han sido permeables a proponer y aceptar alianzas con las corrientes políticas que se reclaman defensores del socialismo.


Los trotskistas, continuadores del bolchevismo, no pueden ni deben sino ser ejemplos de sus maestros (Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo). De cualquier manera, no es bueno prestarse al juego de reformistas y frentepopulistas de todos los pelajes; es cuando se debe oponer a los embaucadores un programa que deje al descubierto sus posturas seudorevolucionarias disfrazadas de marxismo.


Celebro la decisión de la dirección de nuestro partido de poner en evidencia ante las masas a quienes sistemáticamente defienden la revolución por etapas y los campeones de la democracia con justicia social, pero en libertad.


Con relación al acta acuerdo conformada con el Mas entiendo que al programa esbozado se le debería agregar la reivindicación del 82% móvil para los jubilados y la verdadera enseñanza gratuita y laica en todos los niveles, como asimismo la confiscación de todas las escuelas y facultades privadas y confesionales de todos los cultos.


Creo que la nueva alianza estará justificada si el salvavidas que se le tira está dirigido a la militancia, que por mucho tiempo estuvo embretada por un movimiento que no quiso o no pudo luchar a diario al lado de los explotados.


Aquí cabría hacer verdad lo de aquella frase acuñada por un antimarxista: “Que se rompa pero que no se doble”.