Una maldición para los malditos

El sol comenzaba a esconderse aquel martes 27 de octubre de 2009. En la calle España y 77, frente al ostentoso Hotel Owen en la ribera quilmeña, las zanjas del olvido social muestran sus huellas. Disfrutar del sexo es caro, la vida no vale nada. “Hace muchos años que vivimos así”, cuenta con resignación María Fernanda Barrios, cuando suben las napas se observa a cielo abierto un colchón de hidrocarburos, de combustible. Sí, combustible, bidones llenos combustible que se extraen con sólo introducirnos en la zanja.

Repsol-YPF derrama muerte

Una vergüenza más, un derecho menos. En el Club del Ciclista, en 77 y España, se ventean los hidrocarburos que por allí pasan. El poliducto de Repsol-YPF SA une la refinería de Ensenada con el puerto de Dock Sud.

Muy cerca de allí, hace veinte años comenzó el robo de combustible, que hace veinte años bañan la tierra de la Ribera y hace veinte años que contaminan. Desde entonces aparecieron el cáncer, las malformaciones y los tumores. Generalmente, se inician en la piel y las vías respiratorias entre el largo listado de patologías. Como Repsol es ciego y las autoridades municipales cómplices, la muerte sin disfraces acecha.

En noviembre de 2008 se declara la segunda emergencia Ambiental y Sanitaria. ¿Con la primera qué paso? ¿Duerme el plácido sueño de los justos en algún armario municipal?

La ordenanza municipal define como zona de riesgo Ortiz de Ocampo hasta Otamendi, desde 76 hasta Yoldi (calle 80). El Consejo Deliberante de Quilmes intima al gobierno municipal a exigir a la empresa Repsol-YPF que repare las grietas, aberturas, filtraciones del oleoducto de la calle 78 y que corra por cuenta y riesgo de la transnacional el traslado y reubicación de los afectados. Agrega la ordenanza que debe hacerse un censo habitacional. ¿Ahora? ¿Alguien imagina al cáncer y a las malformaciones en la sala de espera?

Ayer mintieron, hoy también

En 2004, durante el gobierno de Sergio Villordo, también el Concejo Deliberante de Quilmes aprobó la emergencia ambiental y sanitaria en la zona afectada por el derrame de combustible. ¡Ah! se olvidaron de cumplirla.  (...)

Mientras vivía en el subsuelo pasaba desapercibido. En 2002, con la elevación de las napas gracias a Aguas Argentinas, el hidrocarburo filtró silenciosamente y afloró. A la vista de todos, todos se convirtieron en prisioneros, todos son potenciales víctimas. El futuro es “alentador”, la “descontaminación” del área afectada se calcula en más de 600 años. La documentación del municipio de Quilmes y la información de fuentes del gobierno bonaerense confirman la sentencia.

Repsol-YPF compró 25 lotes, 16 familias eligieron el exilio con la ayuda de algún abogado de doble moral. Abandonaron sus hogares y la enfermedad se fue con ellos. La empresa hace como que se preocupa, una palabra la sintetiza: “remediación”. El brazo visible es la contratista Tema 2000, de capitales españoles.

El examen de orina no miente, dos niñas de 9 y 3 años tienen un elevado porcentaje de “ácido trans, trans mucónico”, lo que significa “Presencia de benceno”. Según el indicador biológico, un compuesto cancerígeno presente en algunos combustibles. Llagas en la piel obligaron al padre Miguel Angel Garay a realizar los estudios en la Cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de La Plata. Los resultados vieron la luz el 26 de agosto de 2008. Garay junto a veinte vecinos enjuiciaron a Repsol-YPF, una de sus causas está ahora en la Corte Suprema. Otros exámenes dictaron la misma sentencia. Existe un 60 por ciento más de benceno con respecto a parámetros considerados normales. Ahora, frente al Club Ciclistas la casa está abandonada, cercada y vacía.

Edda Villamil, profesora titular de la Cátedra de Toxicología y Química Legal, informa: “Nunca es bueno ni recomendable vivir con hidrocarburos bajo la tierra, pero es muy difícil poder correlacionar la exposición a la contaminación ambiental con las enfermedades que enumeran los vecinos de La Ribera”.

Los que se quedan

Diana Hurtado vive en Humberto Primo y 79, entre necesidades y olvidos no necesitaba la peste para agravar su situación. A tres de sus siete hijos los atacó la mancha de combustible que cohabita hace dos décadas con ellos. Jorge, de 23 años, padece histiocitosis, enfermedad inmunológica que genera tumores. Noelia, de 21 años, tiene eritroqueratodermia variable, una enfermedad que se caracteriza por lesiones escamosas en la piel, y a María de Luján, de 11 años, la afecta ganglioneuroma radiastino, un tumor benigno. “La operaron el año pasado pero le quedaron restos del tumor en la médula”, aclara Diana. Las historias clínicas de cada hijo están guardadas prolijamente en bolsas de papel.

Santos, afeitados e inocentes

Repsol se comprometió a brindar informes mensuales. Jamás cumplió. El vocero de la multinacional, imitando a Pilatos, afirma: “No hay ninguna relación directa entre los hidrocarburos y las patologías que enumeran. Esas enfermedades pueden provocarse por la situación de marginalidad en la que viven”.

El secretario de Medio Ambiente del municipio de Quilmes es más parecido a Judas. Un año después de la ordenanza, sólo recorrieron el lugar: la burocracia, la ineptitud, el negociado, la indiferencia y el desprecio.

¿Será nacional y popular negar la contaminación de Repsol-YPF? Está mudo el intendente de Quilmes, Francisco Gutiérrez, y ¿por qué cuando habla lo hace de espaldas a la ribera?

Al regreso

Después de algo más de una hora abandonamos el lugar mientras el sol se escondía. A Alicia y mi nos ardían intensamente los ojos. Sin decirlo, los dos pensamos lo mismo: a todas las maldiciones que la injusticia provoca, en la ribera de Quilmes hay que agregarle una más.

Seguramente, ojalá no, si la tragedia se desata, funcionarios políticos y empresarios darán interminables explicaciones. Lágrimas, lamentos y mucha congoja que, a la luz de hechos, niegan con su pensamiento vivo: “Que se jodan”.