Violencia, medios y fines

Luis, del Chaco

La cuestión de la “dictadura del proletariado” encierra, entre otros, dos aspectos: el de la “violencia” y el de la “relación entre medio y fin”.

 

La inmensa mayoría de la humanidad considera que la violencia es aborrecible; y salvo los marxistas revolucionarios, todos se aterrorizan ante la idea de que el fin justifique los medios. Sin embargo absolutamente toda la humanidad – individuo por individuo, y en conjunto, como clases sociales, recurre a la violencia cotidianamente, y consciente o inconscientemente, actúa como si el fin justificara ese medio: la violencia.

 

Conocida es la afirmación de Marx, dicha a modo de conclusión sintética y no de sentencia, acerca de que “la violencia es la partera de la historia”.

 

También es conocida la posición de Engels, de que quien elige el fin, elige los medios que llevan a ese fin. Es decir, si quiero comer liebre, tengo que matarla.

 

Y la de Trotsky, de que la cuestión no se agota en si el fin justifica los medios, ya que ello no responde qué es lo que justifica el fin. Y el fin está justificado por su correspondencia con las leyes del desarrollo histórico.

 

La violencia ha acompañado toda la vida del hombre. Incluso es anterior a él. Todo el reino animal es una inmensa cadena alimenticia en el que la violencia es lo único que permite sobrevivir. Es “la lucha por la existencia individual” y en ese sentido, de la especie.

 

Se dirá que los animales a diferencia de los hombres no usan la violencia conscientemente, que no hay odio en ellos, etc.. Es la misma excusa de los mafiosos: “no es nada personal, sólo negocios”, pero…

 

¿Pero, es válido que la clase obrera use la violencia para combatir el capitalismo?

 

Una movilización; un corte de ruta; el bloqueo de una fábrica; un paro de choferes que además de a la patronal, afecta los intereses momentáneos de los usuarios; la huelga; la lucha armada, etc. ¿son realmente necesarios y aún así, están justificados?

 

La lucha de clases no es más que la forma social que adopta la lucha por la existencia individual. Terminar con una es terminar con la otra. Para los marxistas, la superación de la “lucha” de clases, sólo es posible a través de la “lucha de clases” misma. Y la dictadura de una clase sobre otra, es la expresión del carácter violento ineludible de esa lucha de clases. Renunciar a la lucha de clases es renunciar a la conquista del poder. Por otra parte, es una renuncia inútil, ya que ella nos perseguirá “eternamente”, mientras la sociedad esté dividida en clases poseedoras y otras no poseedoras.

 

Todos vemos diariamente infinitas manifestaciones de esta lucha de clases, pero para abreviar este cuentito, vamos directamente a esta hipótesis: La Clase Obrera conquista el poder. Y una vez allí ¿qué?. Tiene que organizar la producción. Tiene que satisfacer las necesidades materiales y espirituales de la población. Si los propietarios de los medios de producción se niegan a entregar los mismos a fin de posibilitar la producción y la “apropiación social y no individual” de esta producción ¿Qué hay que hacer?

 

Se puede contestar: Se resuelve en Democracia. ¿Cómo sería? Trataríamos de convencer a toda la población. ¿Y si no es posible? Se hará democráticamente lo que quiera la “inmensa mayoría de la población”. Pero cualquier imposición sobre una minoría, por más que esté justificada en la decisión democrática de la mayoría, es un ejercicio de violencia contra la misma, ya que el problema se presenta cuando hay que llevar a la práctica la decisión de la mayoría.

 

Esto, suponiendo que la resistencia de la burguesía sea pasiva, lo que no depende de la burguesía nativa sino de la mundial. ¿Y si es activa, como inevitablemente será? Qué hacer frente a la invasión de dieciséis ejércitos armados por el imperialismo como en los primeros años de la revolución rusa. ¿O frente a la invasión de Bahía de los Cochinos en Cuba? ¿Cómo se defiende la Clase Obrera sin recurrir a la violencia y sin imponer su poder? Sin recurrir a la formación de milicias. Sin reprimir a los saboteadores de la producción, sin requisar a los acaparadores de mercancías. En otras palabras, cómo podría expropiar a la burguesía, sin la expresión organizada de su dictadura, que es su propio Estado.

 

Naturalmente que este problema no entra en el horizonte de la LCR. Ya que si el “proyecto” (sic) es decir la “estrategia” de dicha organización, es el “socialismo autogestionario, la democracia sin límites”, va de suyo que para ello no se precisa un Estado diferente al actual, porque tampoco se precisa una revolución.

 

Democracia sin límites es democracia para nosotros y para ellos. Nosotros nos juntamos y autogestionamos empresas socialistas. Y que ellos tengan sus empresas capitalistas. Y todos convivimos pacíficamente. Y algún día la humanidad se dará cuenta de qué nuestro proyecto es el mejor. (Para no hacer esto demasiado largo, pasamos por alto lo de “la inmensa mayoría de la población contra la dictadura de los accionistas”, que revela la típica creencia pequeñoburguesa de que es posible desembarazarse de las lacras del capital financiero y volver al “capitalismo productivo”, sustituir a los monopolios por una multitud de pequeñas empresas, y todo ese conjunto de planteos que facilita la “alianza” con la burguesía “productiva ” contra la burguesía “especulativa”)

 

Ya Trotsky destacó como la burguesía y sus intelectuales, se esforzaron por desembarazarse de su “pasado Jacobino”. Es que una vez que una clase social conquista el poder, que hasta el día de hoy siempre fue por medios violentos, lo primero que hace es aborrecer la violencia como algo perteneciente al pasado bárbaro de la humanidad. ¡No vaya a ser que otros usen la violencia contra la nueva clase en el poder!

 

Cualquier latinoamericano puede ver a la totalidad de los gobiernos festejar los aniversarios de las revoluciones y guerras de la independencia, como una forma de inculcar el nacionalismo burgués desde la infancia, pero todos se cuidan de aclarar diariamente que están en contra “de cualquier forma de violencia”, a favor del “derecho internacional”, que es descabellado enfrentar al imperialismo por las armas (Malvinas), etc., etc..

 

El “Socialismo Democrático” dio a luz al “Constitucionalismo Social”, base del “Estado de Bienestar”, sólo después del asesinato -entre muchos otros- de Karl Liebknecht y de Rosa Luxemburgo (hace 85 años el 15 de enero), es decir luego de haber liquidado con las armas a la dirección revolucionaria del proletariado alemán. Este es el fin de la izquierda pequeñoburguesa, rechazan la violencia como medio de transformar revolucionariamente la sociedad, pero corren a agarrar el fusil cuando otros intentan hacerlo.

 

Si no fuera por la izquierda que molesta con sus conceptos de lucha de clases y de dictadura del capital y dictadura del proletariado ¡Qué feliz sería la humanidad!

 

¡Viva la democracia interna, externa y eterna! ¡Viva el imperialismo francés que le ha permitido a Monsieur Ollivier conocer las mieles del progreso y de la libertad!