Cultura y Sociedad
7/10/2004|871
“El gobierno se reserva el derecho de admisión”
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LuchArte
La semana pasada se realizó en la dudad de Buenos Aires la “Semana del Arte”: visitas a museo”, centros culturales, fundaciones, galerías de arte y tiendas de antigüedades. Hubo también mesas-debate, conciertos musicales, noches de ‘gallery nights’ y visitas nocturnas a museos. “Queríamos potenciar la ciudad como un polo cultural y lograr promocionarla en el exterior, para atraer turistas” (La Nación, 26/9). Así justificó el gobierno los mega eventos y circuitos artísticos comerciales, o sea, la “venta* de la cultura.
Las galerías de arte privadas y auspiciadas por grandes empresas ocuparon el lugar principal. “La Semana del Arte es un evento que nació como una iniciativa privada, pero que recibió el apoyo de la Secretaría de Cultura porteña. Fue auspiciada por Repsol-YPF, C han don, Ibfirol, Fundación Andreani, Omint, Malba. Canal (á). Personal, Arelauquen, Blue y La Nación” (La Nación, 26/9).
El evento fue “también” presentado como una apertura a los barrios… a los barrios Belgrano, Palermo Viejo, Recoleta y Retiro. “La gente realmente culta -había dicho Torcuato Di Tella, secretario de Cultura es el 3% de la población, 800.000 personas. Asisten a conciertos y a obras de teatro. Visitan museos y se preocupan por el patrimonio cultural” (La Nación, 27/5).
El evento, sin embargo, quedará como un intento banal de empolvarse por unos días. Anaya, en La Nación del 21/9, escribe: “Es posible que esta semana sirva para activar el escaso coleccionismo local. Es lamentable que de estas andanzas en grupo por los senderos del arte sólo quede el recuerdo del champaña, las estatuas vivientes y algunas conversaciones banales”.
Reserva del derecho de admisión
Pero existen otras expresiones culturales y otro público. Las asambleas populares surgidas con el Argentinazo priorizaron dos cosas: comedores populares y centros culturales. En las fábricas recuperadas (Grissinópoli, Chilavert, Sasetru, Bauen, entre otras), en las sedes tomadas por las asambleas o en plena calle, cuando las condiciones lo permitían (los “aguantes” artísticos en los piquetes), se abrieron centros culturales y se realizaron recitales, proyecciones de películas y distintas manifestaciones artísticas, demostrando que la cultura va de la mano de las necesidades del pueblo, junto con su lucha por el sustento diario y la transformación de la sociedad.
La cultura oficial, sin embargo, no sólo ignoró las expresiones culturales del Argentinazo. Armó, además, eventos como Arteba, con la finalidad expresa de contrarrestarlas. Con relación a la cultura y a cualquier objeto de mucho valor comercial, la burguesía “se reserva el derecho de admisión”. “En la Argentina -explicó el director del Instituto de Políticas Culturales de la Universidad de Tres de Febrero, Patricio Lóizaga-, las industrias culturales movieron un total de 7.363 millones de pesos (anuales), lo que equivale al 2,8% del PBI” (La Nación, 30/5). En la ciudad de Buenos Aires, en particular, las industrias culturales, según el ibarrista Gustavo López, “mueven el 15% de la economía capitalina y dan trabajo al 16% de la población trabajadora”.
Desde LuchArte hemos venido movilizándonos por un Plan Cultural en los barrios que de trabajo a los artistas y ofrezca espectáculos gratuitos a la población.
Sólo un gobierno de trabajadores garantizará que se lleve a cabo una política que eleve el nivel cultural de los explotados y termine con la barbarie capitalista.