Gregorio Flores, “Sitrac-Sitram. Del Cordobazo al Clasismo”

Si todo estudio serio y profundo de la historia del movimiento obrero y de sus luchas es siempre bienvenido y necesario, cuánto más lo es un libro como “Sitrac-Sitram. Del Cordobazo al Clasismo”, que amén de reunir esos requisitos tiene la virtud de haber sido escrito por uno de los protagonistas de los acontecimientos. Su autor es Gregorio Flores, dirigente del Sitrac-Sitram, uno de los exponentes más altos del sindicalismo clasista, que —según el propio Gregorio— es aquél que “tiene como finalidad agrupar a los obreros como clase social para la lucha contra el régimen de explotación; por eso decíamos que entre los patrones (explotadores) y los obreros (explotados) no había conciliación posible (porque) un gobierno burgués, aún el más democrático, no suprime el antagonismo que existe entre explotados y explotadores”.


Detenido político —sin proceso ni juicio— por la dictadura de Levingston, andando el tiempo Gregorio Flores se unió al Partido Obrero y fue su primer candidato presidencial en 1983. Gregorio Flores dedica éste, su primer libro, a Alfredo Curutchet —asesor legal y militante de los sindicatos de Fiat Concord (Sitrac) y Materfer (Sitram)—, a Guillermo Castelo, dirigente de la fábrica Materfer, y “a todos aquéllos que cayeron luchando contra ese tumor maligno que tiene el movimiento obrero y que se llama burocracia sindical, a los que enfrentaron a las sanguinarias dictaduras militares y contra el capitalismo”.


De entrada nomás, el autor define explícitamente el objetivo de su obra: “Hacer un balance de nuestra experiencia para ayudar a sacar conclusiones a esa camada de nuevos dirigentes y activistas … que quienes venían detrás nuestro pudieran corregir nuestros errores y asimilar las mejores enseñanzas para continuar en esa difícil tarea de organizar a los trabajadores con independencia de las otras clases y de su Estado patronal”. Se trata pues, no de un mero “estudio histórico” sino, y ésta es una de sus virtudes, de un libro militante.


Del principio al final, “Sitrac-Sitram …” está estructurado en torno a una idea: la necesidad de que las organizaciones de los trabajadores se independicen de la tutela de la burocracia, las patronales y el Estado. A través de sus más de cien páginas, Gregorio desmenuza cómo el Estado funciona siempre como una máquina de represión y de desorganización de los trabajadores, cómo la burocracia está integrada y entrelazada con las patronales y el Estado y cómo actúa como un gendarme dentro de las organizaciones obreras en favor de los patrones. Y todo esto lo hace con innumerables ejemplos, todos ellos extraídos de su propia experiencia práctica como obrero y como dirigente sindical, y por lo tanto, al alcance de la comprensión de cualquier delegado y activista. Mediante esos ejemplos, Gregorio pone en evidencia “una constante que se da en todo enfrentamiento entre la patronal y los trabajadores … el Estado y la burocracia se ponen del lado de los patrones y en contra de los trabajadores”.


A través del relato de las experiencias de las derrotas y las victorias obreras que lo tuvieron como protagonista, el autor no sólo reivindica los medios de lucha históricos de la clase obrera —las huelgas, los piquetes, las ocupaciones con toma de rehenes— sino que además pone en evidencia su carácter inevitable y necesario cuando lo que se pretende es derrotar a la “trilogía” de los patrones, el Estado y la burocracia.


“Sitrac-Sitram …” no es, pese a todo esto, un libro sobre “sindicalismo”. Es, por sobre todo —y ésta es su mayor virtud y su mayor enseñanza— un libro sobre política. Gregorio Flores no analiza la historia del Sitrac-Sitram como un dirigente sindical, sino como un político de la clase obrera, y lo que el libro pone a discusión es la política que debe asumir la vanguardia obrera para luchar y asegurar la independencia de las organizaciones sindicales.


“La columna vertebral de un planteamiento para la formación de un movimiento antiburocrático es la independencia política y organizativa respecto al Estado y al nacionalismo burgués”, escribe Flores. Gregorio pone en evidencia la incompatibilidad entre la dominación de la burguesía y la independencia de los sindicatos en la época del imperialismo: “En el actual momento histórico, el capitalismo como forma de ordenamiento social está en decadencia, en descomposición y en consecuencia en un país dependiente como el nuestro los márgenes para resolver los problemas de la población laboriosa son cada vez más estrechos. Esto hace que la burguesía no pueda tolerar direcciones sindicales que lleven adelante los reclamos de los trabajadores …”.


La conclusión, inevitable, es que sólo una política revolucionaria, socialista, anticapitalista puede mantener la independencia de los sindicatos —y su consecuencia inmediata, la democracia sindical. Y esa política revolucionaria, por fuerza, no puede limitarse al “sindicalismo”. “Si como hasta ahora (la clase obrera) se limita a la lucha sindical, la burguesía y el imperialismo tienen miles de formas distintas de maniobrar para hacer que una conquista económica lograda hoy, mañana no tenga importancia”.


La evidencia de que la cuestión de la independencia de los sindicatos y de la lucha consecuente por las reivindicaciones más acuciantes está ligada de manera indisoluble a la asimilación del programa revolucionario, marxista, por parte de la vanguardia obrera, la muestra Gregorio Flores cuando verifica que “Todas las variantes sindicales reformistas y seudocombativas han terminado adaptadas e integradas al Estado burgués”. A quienes Gregorio califica, y con toda la razón, como “renegados” —Piccinini, Gdansky, el Barba Gutiérrez, Guillán, Mary Sánchez—, que “tomaron el poder” en sus sindicatos como opositores para terminar entregando a los trabajadores a las patronales y al gobierno, tienen en común el hecho de que “no cortaron su cordón umbilical con el nacionalismo burgués”. A través de las páginas, Gregorio va poniendo en evidencia una lección fundamental para todo activista antiburocrático: que la vanguardia de la clase obrera debe estructurarse políticamente, es decir, como partido político de clase, para llevar adelante una lucha victoriosa contra la burguesía, su Estado y sus sirvientes.


“El objetivo del activismo —escribe el autor— no puede limitarse a corregir errores, sino que debe superarlos, sacando enseñanzas de nuestra propia historia, que no muestra otra cosa que la impotencia de la clase capitalista nativa, aun de sus fracciones más progresistas, para cumplir con las tareas de la independencia nacional”. La conclusión es que “Si en verdad se quiere terminar con los ciclos de frustraciones a las que hemos sido arrastrados por las dictaduras militares y los gobiernos constitucionales, hay que construir una alternativa independiente … un partido obrero de masas que sea capaz de organizar y dirigir los próximos enfrentamientos … nuestro propio partido … un partido aguerrido en la lucha, disciplinado, fuertemente cohesionado ideológicamente, con un definido carácter clasista”. “En esa perspectiva —finaliza diciendo Gregorio— se orienta el Partido Obrero”.


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“La función de un dirigente clasista, más allá de la lucha reivindicativa, es educar a los trabajadores en la comprensión sobre el régimen de explotación capitalista, el rol del Estado y sus instituciones y el de los partidos patronales, que aunque se definan populares, representan intereses contrarios a los de los trabajadores”. Pero para enseñar, es necesario aprender. “Sitrac-Sitram. Del Cordobazo al Clasismo”, es una herramienta invalorable para la educación clasista y revolucionaria de la vanguardia obrera y sindical.