Cultura

22/12/2017

30 años sin Luca Prodan: No te pongas azul

Los discos de Sumo, el under y la leyenda de sus recitales. Su final.

“¡Cuán lleno de flores estaba el mundo ese verano! 

Los aires y las formas muriendo”

Arthur Rimbaud, “Iluminaciones”


Luca había llegado a la Argentina en 1980 e instalado en Traslasierra, Córdoba, en la casa de Timmy MacKern, futuro manager de Sumo. Entre las Sierras y Hurlingham se gestó la primera formación de la banda: Germán Daffunchio (guitarra), Alejandro Sokol (bajo), Luca y Stephanie. El debut oficial ocurrió el 4 de febrero de 1982 en El Palomar. 



La banda tuvo varias formaciones (incluso se llegó a subdividir en Sumito, La Hurlingham Reggae Band y Ojos de Terciopelo). La final fue: Luca, Daffunchio, Ricardo Mollo -guitarra-, Diego Arnedo -bajo-, Superman Troglio -batería- y Roberto Pettinato (saxo), con la participación en el final de Gillespie en trompetas. 



Pese a que los recitales en vivo eran la fuente de su aura, el grupo se vio obligado a moverse en un ritmo frenético de presentaciones en pubs y antros de Capital, Buenos Aires y el interior, una estructura de explotación que les imponía su condición under. Fue una obra breve y densa: cinco años, un casete, cuatro discos (el último postmortem) y un desafío: condensar la fuerza de las presentaciones en vivo que gestaron el mito.



El casete Corpiños en la Madrugada (1983) tuvo una tirada inicial de 300 copias que, a pesar de ser una producción menor, instaló la matriz Sumo con canciones como “Fuck you”, “Disco Baby Disco”, “Una noche en New York City” (luego “La rubia tarada”) y “Heroin”, algunas de las cuales regrabaron luego en sus discos oficiales. 



Es un álbum que trabaja con el punk rock, el electro disco y climas melancólicos como en “Teléfonos que suenan en piezas vacías/White Trash”, que reflejan el lugar de songwriter poco señalado en Luca: su importante aporte como músico (fundamentalmente como letrista) a menudo es opacado por la construcción de su personaje.



El primer disco, Divididos por la Felicidad, de 1985, homenajea con el juego de palabras del título una influencia elemental en Luca: Joy Division. Vendió 15 mil copias. Fue un álbum que fusionó la tensión entre la guitarra etérea de Daffunchio y el virtuosismo a lo Jimmy Hendrix de Ricardo Mollo, una tensión que definió el sonido de la banda. 



El disco se caracteriza por el ritmo reggae con “Kaya”, “Regtest” y “El reggae de paz y amor” (es medular la responsabilidad de Sumo en la expansión de este género); y lanza la ya clásica “La rubia tarada”, un manifiesto sobre la tilinguería porteña. También regraban “Disco Baby Disco”, pero con el nombre de “Debedé”. “Fuck You”, el salvaje e insumiso himno de Sumo, no volverá a pasar por los estudios pero era una pieza infaltable en sus shows. 



Llegando los monos (1986) y After Chabón (1987) completan la obra central: en el primero se destacan “El ojo blindado” (un sonido duro de punk rock), y un color atmosférico en “Estallando desde el océano”, quizá la canción más representativa del gen Sumo. También el hit “Los viejos vinagres”, introduciendo el funk y una proclama con el verso de Rubén Darío: juventud divino tesoro. 



After Chabón marca el cierre de la producción con Luca vivo: “Crua Chan”, la apertura del disco, es un canto de guerra escocés que cierra el círculo de la historia de Luca y “Mañana en el Abasto”, una crónica de la desolación social del barrio tras el cierre del mercado en 1984. After Chabón es su disco más oscuro, marcado por la declinación personal de Prodan, quien a esa altura ya no era quien sostenía las riendas musicales del grupo que fundó. La banda entró al estudio prácticamente sin ningún tema compuesto. Sin embargo, logró redondear un cierre a la altura de su leyenda. Finalmente Fiebre, publicadoen 1989, el álbum póstumo de su discografía oficial, recopila versiones en vivo de diversas épocas –entre las que sobresalen una versión poderosa de “Leave me alone” de Lou Reed y el clásico “Fever”, que da nombre al disco- y joyas como “Brilla tu luz para mí”. 



La historia de Sumo -como la de bandas como Soda Stereo- son radiografías del under argentino y la contracultura en los ochenta, a la salida de la dictadura, junto a sitios emblemáticos como el Parakultural, Zero, el Stud Free Pub, Café Einstein y Cemento. Estos dos últimos centrales cuevas del rock y del arte conceptual, habían sido fundados por Omar Chabán, quien cumplía el doble rol de artista de vanguardia y empresario. 



Toda esta movida, enmarcada en la falta de posibilidades de los artistas under para desarrollar y exponer su creación, se llevaba adelante en condiciones de precarización hacia el público y hacia ellos mismos. Por citar su caso por la magnitud que tuvo el nombre, el carácter "progre" de Chabán en el ambiente -su indudable aporte en esos años marginales para estos artistas- en modo alguno escapó a las leyes de la usura capitalista que terminó en la masacre de Cromañón, con el vértice de la responsabilidad en el Estado.



Sumo ascendía sin perder su espíritu under mientras Luca, desinteresado del auge Sumo, descendía: en Argentina, donde ya llegó con el hígado muy afectado, reemplazó la heroína -su clave yonki en Europa- por el alcohol. Por la ginebra.



“Si todos quieren ser estrellas yo quiero ser un agujero negro”, había dicho Luca.



Apareció muerto en su casa, en el barrio de San Telmo, en la madrugada del 22 de diciembre de 1987. Tenía 34 años.



Desde su biografía sin fronteras, de Londres a Hurlingham, con los modales de la revuelta, la irreverencia y la melancolía, con la experiencia de una generación crecida en la bronca de la posguerra europea, Luca construyó un sonido hacia adelante que aún avanza. 

Un fuck you permanente. 


 


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