Cultura

2/4/2018

50 años después, en el Planeta de los Simios

La historia y la Historia detrás de este hito de la ciencia ficción –y su vigencia.

No se traiciona al lector si uno se adelanta a la última escena del film original de Planet of the Apes (El planeta de los simios, 1968), en el que el capitán Taylor, interpretado por Charlton Heston, aparece gritando y maldiciendo en una costa desolada a las ruinas de la Estatua de la Libertad. En verdad, el spoiler ya lo habían hecho los publicistas en ocasión de su estreno comercial –que celebra ahora su 50º aniversario-, cuando eligieron justamente esa imagen final para el afiche de la película.

 

Ese brillante y devastador final, que revelaba que el mundo distópico de la película (gobernado por simios que hablan y mantienen en cautiverio a humanos sin lenguaje) era en verdad nuestro propio mundo en el futuro, se convirtió en uno de los más emblemáticos del cine de ciencia ficción, y fue el punto de partida de toda una serie de films cargados de una sátira política que aún mantiene su actualidad.

 

 

 

 

 

Una historia con desafíos

 

Planet of the apes fue lanzada al circuito comercial el 4 de abril (la misma semana que otro hito de la ciencia ficción, 2001: A Space Odyssey), luego de muchos problemas en su realización. A pesar de contar con grandes nombres en su nómina, como el productor Arthur P. Jacobs o el mismo Charlton Heston, los ejecutivos del estudio temían que los simios fueran poco convincentes o incluso cómicos, por lo que no le dieron luz verde hasta ser convencidos por las pruebas de maquillaje.

 

Por otro lado, la escritura del libreto llevó más de un año de bosquejos hasta que Rod Serling –conocido por su labor como guionista y productor de la serie The Twiligth Zone (La dimensión desconocida) y un activista contra la guerra y el racismo- y Michael Wilson –quien por sus ideas marxistas fue sumado a las listas negras de Hollywood, de la derechista doctrina McCarthy- terminaron de darle forma al guion definitivo: sucede que La Planéte des Singes, el libro en el que se basaron, describe una sociedad muy avanzada de simios; pero la falta de fondos para recrearlo en pantalla presentó un desafío a los autores, que resolvieron dar un carácter más primitivo a la civilización simia.

 

Al calor de los tiempos

 

Pese a todas estas dificultades, la película se terminó transformando en un hito histórico del cine, mezclando el clásico “pulp sci fi” (ciencia ficción rústica, barata) con el pesimismo especulativo sobre el futuro de la humanidad, todo ello en ligazón a las grandes crisis de la época de lanzamiento del film.

 

Ya en el comienzo del film, en el viaje a las estrellas de una nave futurista -que pareciera expresar un punto cúlmine del desarrollo capitalista-, se oye el apagado monólogo de nuestro protagonista (al mejor estilo Star Trek), que se pregunta en su bitácora si en los 700 años que pasaron desde el inicio de su viaje el hombre habrá saciado su lujuria por la guerra o encontrado una solución a la pobreza y al hambre –en un fuerte contraste con la amenaza presente (y constante) de la Guerra Fría.

 

Poco después en la película, la imagen se habrá dado vuelta: los humanos se encuentran en una sociedad de simios, donde lo que queda de la humanidad ha vuelto a un estado primitivo. Allí, los orangutanes como grandes figuras de autoridad, los gorilas como soldados y trabajadores, y en el medio los chimpancés -una clase media intelectual que oscila entre ayudar a nuestro protagonista humano o adherir al status quo- pintan una caricatura interesante de la propia sociedad estadounidense de los ’70, con una mirada particularmente crítica hacia las figuras del Estado “civil” y de sus Fuerzas Armadas.

 

El colonialismo, el racismo, el holocausto nuclear, los choques entre la ciencia y el clero, el entrelazamiento de las autoridades oscurantistas con un Estado afín: en la introducción de todos esos temas se plasma la crítica mirada política de los guionistas.

 

 

 

 

 

El comentario político acompañará a toda la franquicia original: las enormes movilizaciones obrero-estudiantiles del Mayo Francés y contra la guerra de Vietnam pueden verse en Beneath the Planet of the Apes (1970), con una sentada de los chimpancés contra la guerra de expansión del ejercito simio y el culto a la bomba atómica.

 

 

 

 

 

Luego, en Escape from the Planets of the Apes (1971), la odisea de los chimpancés Zira y Cornelius -ahora en el mundo humano de 1971- frente a la persecución del Estado trazan un paralelo con la acuciante persecución a los inmigrantes ilegales, al tiempo que el film refracta los grandes movimientos feministas y de lucha por los derechos de la mujer de la época.

 

La crítica sobre el racismo está muy presente en Conquest of the Planet of the Apes (1972), con simios esclavos en las calles, y César, el protagonista simio, enfrentando un estado policial y liderando finalmente el levantamiento contra los humanos. “Esta noche hemos presenciado el nacimiento del planeta de los simios”, es una de las frases con las que César termina el film.

Finalmente en Battle for the Planet of the Apes (1973) vemos el último enfrentamiento entre los sobrevivientes de un cataclismo nuclear iniciado por los humanos como respuesta al levantamiento simio. La idea original de quien fuera el guionista de esta última entrega (y de la anterior), Paul Dehn, era que la saga vuelva al punto de partida, con un retroceso civilizatorio generalizado: en su visión, la historia debía terminar con el bombardeo a la ciudad de los simios, luego de una trama de traiciones y violencias en el contexto bélico. Finalmente, el productor y 20th Century Fox decidieron que la historia debía terminar de una manera más “optimista” y “apta para todo público” a la visión de “profecía autocumplida” que Dehn le había dado a Conquest y pensaba darle a esta. El desenlace nos presenta la decisión de los simios encabezados por César de que los humanos sean libres e iguales a ellos, dando una muestra de un futuro donde ambas razas viven en paz. Pero antes que una sociedad liberada de la opresión, este “final feliz” parece presentar una conciliación entre opresores y oprimidos, con los simios manteniendo el monopolio y el control de las armas “en caso de otro conflicto” –cuya amenaza no ha desaparecido al cabo de 600 años.

 

 

 

 

 

Luego de 50 años, con la extendida sangría imperialista de Medio Oriente, con mandatarios de potencias armamentísticas ostentando su arsenal nuclear vía Social Media, con las grandes crisis de inmigraciones y una crisis capitalista que atraviesa a todo el globo, el planeta conquistado por los simios aún está a la vuelta de la esquina.