Cultura

14/9/2020

A 45 años del lanzamiento de “Wish you were here” de Pink Floyd

Un breve repaso por el mítico álbum de la banda británica y la historia de Syd Barrett.

Un 13 de septiembre de 1975 era lanzado el noveno álbum de estudio de Pink Floyd, la legendaria banda británica. Wish you were here se volvió, cuanto menos, un disco emblemático. Ya la estruendosa tranquilidad de los sintetizadores de Richard Wright abriendo el disco al inicio de “Shine on you crazy diamond Pt 1-5”, sobre los cuales entraría luego una serena melodía de la guitarra de David Gilmour, anunciaban una obra en sintonía con la característica profundidad y psicodelia de la banda. No obstante, algunos elementos novedosos y hasta disruptivos empezaban a convidar augurios del giro que iría tomando el conjunto.

Primera formación. De izquierda a derecha: Rick Wright, Roger Waters, Nick Mason y Syd Barrett

“Shine on you crazy diamond” sería entonces una primer muestra del concepto de Wish you were here como disco. El mismo fue lanzado en clara dedicatoria a Syd Barrett, fundador y líder de la banda en sus comienzos, algo que parece asomar ya desde el título (que se traduce al español como “Desearía que estuvieses aquí”). Y es que ese sonido psicodélico e introspectivo que ha caracterizado a Pink Floyd es imposible de analizar sin remontarse a su disco debut en 1967, The piper at the gates of a dawn, una genuina obra de arte con Barrett como el espíritu angular de la banda. En ese entonces, un joven Syd entremezcló el nombre de dos músicos de blues pocos conocidos al momento, Pink Anderson y Floyd Council, para acuñar de ese modo el nombre de una de las mejores bandas de la historia.

Barrett se apasionó desde muy joven por la música y el arte en general. En la escuela secundaria conoció a Roger Waters y a David Gilmour, e incursionó de hecho en el mundo de la guitarra gracias a las enseñanzas de este último. Así conformó a los 15 años su primera banda, Geoff Mott & The Mottoes. Numerosos artistas han reconocido a Barrett como una verdadera fuente de inspiración, como un talentoso genio de la música cuyas composiciones cautivaron a propios y ajenos. Invitado por Waters, Barrett se sumó entonces a The Abdabs, banda conformada entre 1963 y 1964 bajo el nombre original de Sigma 6, que fue la que dio nacimiento a Pink Floyd. Ya en ella se congregaron Waters, Mason y Wright, tres de los cuatro integrantes históricos de la banda. Con Waters como guitarrista, el bajista de aquella formación sería Clive Metcalfe, mientras que las voces estarían a cargo de Keith Noble y Sheila Noble.

Tras la salida de Barret, entraría David Gilmour (der).

Tristemente, el abuso del LSD por parte de Syd lo llevó a abandonar Pink Floyd luego de su debut como tal, llegando apenas a participar a duras penas en la grabación de A saucerful of secrets, publicado en 1968. Sus reiterados conflictos con el ácido lisérgico, incluso arriba de los escenarios, llevaron al ingreso de David Gilmour a modo de reemplazo de un Barrett que no aceptó el lugar de compositor ni de integrante únicamente en las grabaciones, pero que tampoco pudo encontrar la estabilidad necesaria para seguir liderando una banda que comenzaba a remontar vuelo. Poco a poco la integridad del genio se fue deteriorando, combinando su desorden bipolar y sus espectros de autismo con el impacto de su adicción.

“Shine on you crazy diamond Pt 1-5” grafica esto por demasía. Sus primeras frases, y las primeros del disco, rezan “recuerda cuando eras joven, brillabas como el sol”. Aquella pieza maestra, de largos pasajes musicales que combinan y transitan emociones variadas, dedica a la vez sus versos al recuerdo de un joven y entusiasta Barrett. El disco continúa con “Welcome to the machine”, que ya comienza a introducir una lírica más en clave de crítica, mientras la música combina una armonía sombría con destellos de psicodelia a través del teclado de Wright.

El disco continúa entonces con “Have a cigar”, una canción por demás interesante desde todo punto de vista. La música propiamente dicha se mete ahora de lleno más al terreno del blues, del rock, aunque sin abandonar el sendero del distintivo sonido psicodélico de Pink Floyd. Pero la letra tiene rasgos interesantes y que comenzaban a delinear elementos de The wall, el legendario disco de la banda publicado en 1979, tras el cual el recientemente fallecido director de cine Alan Parker craneó junto a Waters la película de mismo nombre. “Ven aquí, querido muchacho, ten un cigarro. Tú vas a llegar lejos, vas a volar alto” comienza una canción en la que la banda personifica a la industria discográfica y las presiones que ejercieron sobre Syd Barrett, e incluso, sobre ellos mismos. La frase “La banda es sencillamente fantástica, es lo que realmente creo. Por cierto, ¿cuál es Pink?” da cuenta de lo que seguramente habrá sido una pregunta trillada y repetida a sus integrantes, pero que recuerda a la película The wall, cuyo protagonista se llamaba al igual que la banda. “¿Y te dijimos el nombre del juego, muchacho? Lo llamamos ‘Montando el tren de la carne’”, en este sentido, evoca a la cruda analogía del musical en la que los estudiantes caminan derecho a una picadora de carne.

Sigue la trama con “Wish you were here”, la canción que dio nombre al disco, una pieza casi angustiante en la que se combinan versos seguramente dedicados a Barrett, pero que agrega algunos otros ingredientes: “¿Intercambiaste un papel de extra en la guerra por un papel de protagonista en una celda?”, recita la voz de Gilmour, concluyendo una comparativa que puede ser igual interpretada como un mensaje a un viejo amigo o a un soldado en la guerra.

Y finaliza con “Shine on you crazy diamond Pt 6-9”, una pieza enteramente instrumental en lo que parece ser una reunión de casi todos los sonidos y emociones a las que nos acerca este disco.

Wish you were here tiene entonces un tinte personal y emotivo, y es el recuerdo de sus integrantes al fundador y alma de Pink Floyd, pero es en segunda línea también una crítica a las presiones sociales a las que fue sometido Barrett, a la descomposición del capitalismo que condujo a las guerras mundiales y las masacres imperialistas en el siglo XX, sobre las cuales Pink Floyd nos regalaría siete años después The wall.

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