Cultura

3/4/2024|1689

A dónde va la lucha de la cultura

Foto: Fede Imas

Desde el primer día de gobierno, Javier Milei le declaró una guerra a las condiciones de vida del pueblo trabajador, sabiendo que había contado con el apoyo electoral de gran parte de ese pueblo. Degradación de la categoría de Ministerio, cierres de institutos y sobre todo “batalla cultural” contra los artistas, su libertad de expresión y el fomento de su actividad con recursos públicos. La búsqueda de desarrollar estos ataques por vía parlamentaria corrió la suerte de la Ley Ómnibus y se encuentra cajoneada, en las gateras.

La respuesta del sector tuvo -como hemos señalado desde estas páginas- un alcance histórico en materia de movilización callejera y reagrupamiento asambleario a nivel nacional protagonizado por Unidos por la Cultura. Sin embargo, no debe estar ausente un análisis crítico pormenorizado de esa respuesta porque detrás de las diversas formas que adoptó subyacen intereses políticos, económicos y sociales divergentes.

Desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, sectores del kirchnerismo buscaron rápidamente alinear la tendencia masiva a rechazar el ataque de Milei bajo un reagrupamiento de exfuncionarios de ministerios e institutos de fomento cultural de la gestión de Alberto Fernández. Responsables todos ellos de un prolongado vaciamiento, así como de una política de subsidio al capital de la industria cultural por sobre el financiamiento de la actividad artística independiente.

Por su parte, los principales sindicatos del sector actuaron bajo el paraguas de las convocatorias aisladas de ese grupo liderado por exfuncionarios o bien, bajo las directrices de la conducción de la CGT. Así, la Asociación Argentina de Actores (AAA) asiste impávida a la liquidación del Instituto Nacional de Teatro o el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (Sica) a las políticas de vaciamiento del Incaa sin atender el reclamo de sus afiliados a convocar asambleas extraordinarias para resolver acciones de lucha.

El Incaa resultó colocado en el centro del ataque del gobierno que busca quebrar la resistencia del sector. Se trata del Instituto de fomento que maneja mayor presupuesto y a su vez el más determinante en la existencia o no de obras a través de su fomento. Es habitual escuchar que por más recorte presupuestario o límites a la libertad de expresión no podrán matar la producción cultural. Pero la producción de cine -mucho más costosa- resultará muy determinada por el Plan de Fomento del Incaa.

Por eso se concentra ahí la batalla. Milei va en busca de satisfacer un reclamo que regó de tinta las páginas de La Nación: menos películas. El interés detrás de ese planteo es de las grandes distribuidoras norteamericanas que controlan las salas y las plataformas de streaming. Por un lado, estos grupos están asociados a casas productoras (con las que pretenden acceder a mayores subsidios) y por el otro, buscan reducir competencia local para sus productos norteamericanos. El proyecto enviado por el gobierno que no logró tratarse ponía fin a la exigencia a estas empresas del cumplimiento de una “cuota de pantalla” para el cine nacional.

Ahora bien, para eliminar definitivamente el Incaa el gobierno debería contar con apoyos parlamentarios que no consiguió siquiera para eliminar la cuota de pantalla. Por lo tanto, el Incaa existe; continúa recibiendo los giros de la recaudación que le corresponde por ley y tiene en la figura del economista Carlos Pirovano una nueva conducción.

Por sus despachos han comenzado a desfilar distintas entidades de “la cultura”. Para comprender el impasse en el que ingresó la lucha en defensa de la cultura es importante repasar el informe que presenta la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (Caici) sobre su encuentro con Pirovano.

Allí la entidad industrial destaca que el presidente del Incaa se compromete a no cerrar la Enerc –Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica- sino sólo reducir los pasajes de los docentes, no cerrar el Festival de Mar del Plata, no cerrar los concursos, etc. Que trabajan en un nuevo Plan de Fomento que presentarán… luego de proceder a los despidos de trabajadores del Instituto que comprometen el presupuesto necesario para financiar la actividad. El apoyo de Caic a estas medidas es evidente.

Como ya fue dicho, lo que prepara ese nuevo Plan de Fomento es la liquidación del cine independiente. Es decir, del acceso al fomento con fondos públicos de la producción que no comporta las características mercantiles con las que se pretende formatear desde las grandes plataformas norteamericanas que dominan las salas y el streaming.

Dentro de esa lógica se encuentra segura la liquidación de la vía digital documental, la menor en materia de presupuesto, la que más películas produce, y que representa una vía de acceso a la denuncia del Estado con fondos públicos -toda una conquista democrática-, pero también una puerta de acceso a los antecedentes que se le exigen a un realizador para acceder al fomento de mayor presupuesto.

Las contradicciones que están por estallar entre las asociaciones de productores, realizadores e incluso trabajadores del cine están contribuyendo a aislar la lucha de los trabajadores estatales del Incaa por sus puestos de trabajo.

El Plan de Fomento que vendrá no podrá contener ni a la mitad de las empresas productoras que asocia la Caic, mucho menos a los realizadores independientes de ficción y documental, el impacto sobre los trabajadores nucleados en Sica será letal. Los estudiantes no podrán acceder al fomento sin restricciones por la vía digital.

Por todo esto será necesario poner en pie nuevamente al cine independiente, junto con los trabajadores y el movimiento estudiantil, que han sido los grandes protagonistas de todas las gestas de la comunidad audiovisual en su historia reciente.

Torcerle el brazo a Milei en esta batalla es clave para la continuidad de la lucha del movimiento de la cultura. Un movimiento que rápidamente identificó su objetivo con el de la derrota de todo el plan de Milei, porque el destino de la cultura, de la actividad artística está atado al de los trabajadores, a su salario y su tiempo libre. Los que rápidamente desmentimos al gobierno que argumentó que no podía financiar la cultura cuando había hambre, y no mandaba un grano de arroz a los comedores, tendremos que unir nuestra lucha con los trabajadores ocupados y desocupados, con los estudiantes, con las asambleas de los barrios en una gran asamblea nacional que prepare la huelga general y la derrota de este plan en todos los terrenos.

https://www.prensaobrera.com/cultura/banderazo-de-los-trabajadores-del-teatro-colon-por-los-30-000-desaparecidos