Cultura

7/9/2015

Adolescentes divergentes e insurgentes

La declinación del capitalismo y la juventud revolucionaria en el cine


En los últimos años, las productoras de Hollywood han explotado el filón de los relatos de género de corte juvenil, cuyo original literario goza de una gran cantidad de seguidores. Luego del boom de las sagas vampíricas de “Crepúsculo” e incluso de las fantásticas Harry Potter y “El Señor de los Anillos”, desde 2012 emergen en el top de la taquilla “Los juegos del hambre”1 y otras sagas de similares características. Tratan del fin y declinación de la sociedad actual, donde el totalitarismo global aparece como la única organización social posible para mantener el orden mundial.


Las sagas de “Los juegos del hambre”, “Divergente-Insurgente”2 y “The Maze Runner” (“Correr o morir”)3, cuyas segundas, terceras y cuartas partes aún no han sido estrenadas, tienen a millones de adolescentes a la espera de su salida en la pantalla grande. Todas ellas tienen un eje en común, se tratan de distopías o antiutopías, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable.


Dentro del género de la ciencia ficción, estas sagas tienen a sus antecesores literarios en obras como Un mundo feliz, de Aldous Huxley; 1984, de George Orwell; y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Los críticos literarios han analizado estas obras como creaciones que guardan mucha relación en la época y el contexto sociopolítico en que se concibieron. Por ejemplo, algunas distopías de la primera mitad del siglo XX o mediados de siglo, a tono con el contexto de época, advertían de los peligros del stalinismo, la mediocridad generalizada, el control social, la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, el consumismo y el aislamiento.


Las causas de la hecatombe mundial, en las actuales sagas, no son del todo precisas. Transitan desde el colapso climático ecológico a las guerras nucleares, en definitiva, del fracaso del régimen por sus contradicciones insalvables. De un modo general, en estas películas, la sociedad está organizada sobre distintos tipos de dictaduras, pero contra ese orden emerge el liderazgo “natural” de un líder joven virtuoso -ya sea por sus cualidades físicas, destreza o inteligencia- que le permiten sobresalir del resto, superar la superexplotación (como en “Los juegos del hambre”) o el totalitarismo de corte “socialista” (como en “Divergente”).


Estos jóvenes virtuosos que terminan liderando la insurrección de las masas llegan a ese lugar casi por casualidad, sin ningún tipo de preparación política para tan enorme tarea. Ello, con excepción de “Los juegos del hambre”, donde un grupo subterráneo de líderes de mayor edad vienen preparándose para liberar definitivamente a la humanidad de la opresión.


El otro ingrediente sustancial, muy de moda entre los adolescentes, presenta a la sociedad como parte de un experimento maquiavélico de un grupo selecto de seres con mayores capacidades, con el fin de que emerja el “hombre nuevo”. Esta idea en películas como “Correr o morir” y “Divergentes” toman de alguna manera las teorías de los “Iluminatis”, la cual parte del masonerismo y hasta termina explicando -en sus versiones más extremas- que la tierra es gobernada por seres reptilinios de otra galaxia. Los documentales de los “Iluminatis” son también seguidos por algunos miles de adolescentes.


Lo cierto es que Hollywood ha percibido un especial interés juvenil por la crítica al orden mundial, algo que se encuentra en la naturaleza de toda juventud -la rebeldía y el cuestionamiento de las reglas establecidas. Pero, como es de esperarse en la construcción artística que está al servicio de una clase social, la industria del cine más importante del mundo resignifica las inquietudes insurgentes de los adolescentes con un mensaje claro: la revolución victoriosa no necesita de pasado, programa ni organización sistemática en el tiempo. El orden social al cual se combate carece de raíces claras y, por lo tanto, ocurre lo mismo con la rebelión que procura derrotarlo. En definitiva, el cine antiutópico hollywoodense, en definitiva, despolitiza la rebelión de los jóvenes. En cambio, esa rebelión sólo puede adquirir un carácter consciente como la asimilación consciente del “pasado”; o sea, la asimilación del programa y la experiencia -derrotas y victorias- de la clase social llamada a superar a la barbarie capitalista.


1. Dirigida por Gary Ross basada en la novela best-seller del mismo nombre de Suzanne Collins.

2. Dirigida por Neil Burge. Trilogía de Veronica Roth.

3. Dirigida por Wes Ball y basada en la novela homónima de 2009 escrita por James Dashner.