Cultura

23/6/2022

“Azor”, oscuros negocios y poder en la dictadura militar

Una co-producción suizo-franco-argentina.

El film se estrenó en el Festival Internacional de Berlín

Estrenada mundialmente en la 71° edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, “Azor” nos cuenta la historia de Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione), un banquero privado de Ginebra que llega al país en los últimos años de la última dictadura militar para reemplazar a su socio quien ha desaparecido misteriosamente. Yvan tendrá como objetivo concretar aquellos negocios que su socio ha dejado por la mitad, y es en ese camino donde se topará con personajes y situaciones tan particulares como sombrías. Abogados prepotentes, figuras de las más altas clases sociales, la iglesia y los militares son parte de la fórmula que da como resultado la tensión y misterio en cada escena donde estos aparezcan.

Presentándola en cinco “capítulos”, el director Andreas Fontana nos sumerge en esta, su ópera prima, en una historia que no necesita ser explícita para ser estremecedora. Construida a base de códigos, silencios y el “qué y cómo decir” como factor determinante, define bien los roles, incluso dentro de las parejas que aparecen en la película.

El director también ofrece otros ya conocidos pero necesarios elementos que ayudan a no perder el contexto de esta historia; la desaparición de la hija de un empresario y una oscura conversación entre Yvan y un monseñor sobre “los tiempos turbulentos” son más que suficientes para ello.

Lejos de asustarse ante tales personajes, el protagonista se abre paso en su objetivo, siempre acompañado de su pareja Ines (Stephanie Cleau); desfila entre piscinas y eventos de la alta sociedad, escenarios que no son más que una hermosa fachada para los negocios oscuros de la élite empresarial.

Sobre la película, el director expresó: “me interesa observar a unos profesionales (los banqueros) cuya especialidad es el secreto. No el secreto de Estado, sino el secreto íntimo y personal. El banquero privado está a la cabeza de este secreto que es la riqueza. Debe saberlo todo sobre su cliente, sus caprichos, sus ansiedades, sus antojos. Y una de sus habilidades es aprovecharse del miedo de sus clientes. Cuanto más teme el cliente, más poderoso es el banquero”. Y agregó:  “La película, de algún modo, es una invitación a pensar a los banqueros como conquistadores, cuyos privilegios de clase les permite no ver la sangre derramada a su alrededor”.

La dictadura militar vino a favorecer esos intereses económicos, por medio de una política de entrega de recursos, endeudamiento (la deuda trepó de 8 a más de 40 mil millones de dólares en ese período) y liquidación física de la vanguardia obrera.

Menos de 100 minutos fueron suficientes para el director para relatar una inquietante historia, que aborda la cuestión de las desapariciones y crímenes de la dictadura pero enfocando la cuestión desde las disputas que se procesaban en la cima del poder. Una película necesaria, sobre todo en estos días en los que aparecen personajes que vuelven a reivindicar a los genocidas y a tergiversar lo ocurrido en aquellos años.