Cultura
2/8/2023
opinión
Barbie: la sátira de un capitalismo color de rosa
(Alerta: spoilers!)
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Barbie, la película
La sensación prevalente cuando bajan las luces del cine a la espera de que comiencen a proyectar Barbie, en una sala llena de personas con alguna prenda de ropa rosa, es una mezcla de intriga y desconcierto. No cabe duda que los 150 millones de dólares invertidos en la campaña de marketing, que exceden los 145 millones del presupuesto de toda la película, han dado frutos. La reputación de este nuevo largometraje de Greta Gerwig recorrió el planeta mucho antes de que se estrenara en los cines, hace semanas que leemos sobre cómo agotaron la pintura rosa a nivel mundial para poder crear Barbielandia, o la reacción de la extrema derecha norteamericana al film que consideran como el epítome de la cultura “woke”. También nos hemos cansado de ver memes de personas posando como Barbie, o ironizando sobre el profundo contraste entre dos estrenos diametralmente opuestos: el mundo de Barbie donde se prohibió el uso del negro, gris y blanco en la escenografía, y Oppenheimer de Christopher Nolan donde partes de la película son en blanco y negro. Lo cierto es que pocos podrían haber intuido la trama de la película en su totalidad, y esto es parte de su encanto.
Barbie de Greta Gerwig se posiciona como una sucesora natural, más poco convencional, de las otras dos obras recientes de esta directora, Mujercitas y Lady Bird. Las tres películas retratan las vicisitudes y la opresión a la cual es sometida la mujer en escenarios tan diversos como los Estados Unidos del siglo XIX, del comienzo de los 2000, en la actualidad e incluso en el mundo ficticio que es Barbielandia. Vistas en serie se puede identificar un denominador común según Gerwig: la opresión por partida doble de la mujer a manos del capitalismo y del patriarcado, que son señalados con nombre y apellido en Barbie. A través de guiños metacinemáticos, como referencias a otras películas, al proceso de casting del mismo film, entre otros, Gerwig coloca a Barbie en un canon del cine que en el acto de hablar de si mismo pretende también problematizar el llamado “sentido” de la vida, la existencia y la modernidad en la cual fue concebida.
En el rol de la icónica muñeca de 11,5 pulgadas encontramos a Margot Robbie, que a los 33 años ya es una veterana de Hollywood, acostumbrada a encarnar a mujeres icónicas como Tonya Harding, Mary I de Escocia o Sharon Tate. La actriz australiana retrata a la “Barbie Estereotípica”, en un mundo donde Barbie tiene incontables iteraciones, desde Barbie Presidenta (Issa Rae), pasando por Barbie Sirena (Dua Lipa) y llegando a Barbie Rara (Kate McKinnon). En Barbielandia Barbie son todas, y todas son Barbie, borrando los límites de la individualidad que caracteriza a la condición humana, y estableciendo una producción en masa que funciona como una alegoría de la reificación y la deshumanización que provoca el sistema capitalista. En el rol de Ken encontramos a Ryan Gosling (Crazy Stupid Love, Drive y La La Land) que representa a la renombrada “masculinidad frágil”, que solo cobra significado e importancia en tanto observado por Barbie. Disputa el monopolio de esta mirada con otra iteración de Ken encarnada por Simu Liu, mientras que Barbie no les da ni la hora.
En Barbie encontramos dos mundos opuestos por el vértice: Barbielandia, habitada por las Barbies y los Ken (y Allan), donde las mujeres tienen el poder y donde todos los problemas ocasionados por el patriarcado han sido “resueltos”. Este delicado idilio empieza a zozobrar cuando la dueña de la Barbie estereotípica en el mundo real, retratada por América Ferrera, empieza a tener pensamientos depresivos, consecuencia de su trabajo monótono para la compañía de juguetes Mattel (creadores de Barbie) y de su relación tensa con su hija adolescente. Cuando los cables de estos dos mundos se cruzan el “matriarcado” de Barbielandia es emponzoñado por una sociedad consumista y machista. La sátira al supuesto empoderamiento a las mujeres a nivel simbólico, pero que no repercute en un cambio de las condiciones materiales, es constante en el guion de Gerwig. La crítica al sistema capitalista, a la producción en masa y al “pink-washing” es clara. La compañía Mattel es también productora del film y parece haberle dado libertad artística total a los guionistas de Barbie, permitiéndoles pintar a la megaempresa de los juguetes como una suerte de antagonista poco inteligente. Como dice una expresión popular en los círculos del marketing: toda publicidad es buena publicidad. Esto es más cierto que nunca teniendo en cuenta que las ventas de Mattel están cayendo en picada y la empresa está mirando hacia el cine y apunta a crear un “universo Mattel” a imagen y semejanza del universo Marvel que ha generado ganancias de 28 mil millones de dólares.
El estreno no ocurre en un momento fácil para la industria del cine, hace ya unos meses que el sindicato de guionistas de Estados Unidos está de paro por mejores condiciones laborales y en la semana de estreno de Barbie el sindicato de actores que agrupa a 160.000 artistas también comenzó con piquetes en las puertas de los grandes estudios reclamando garantías laborales frente al avance de la inteligencia artificial y mayores remuneraciones por parte de los gigantes del streaming. A causa de esto la gira de prensa de Barbie quedó trunca y las estrellas del film brillaron por su ausencia en los estrenos. Margot Robbie expresó su apoyo a una eventual huelga en la alfombra roja en vísperas de que SAG-AFTRA votara a favor de la acción de lucha. No sorprendería que Mattel lance una edición limitada de una Barbie Piquetera.
El film es de a momentos desparejo, con algunos segmentos un poco extensos o desvíos que resultan innecesarios, pero en su centro hallamos preguntas que interrogan nuestro presente, en un mundo donde la pobreza, la opresión y la destrucción del medioambiente a manos del capitalismo solo crecen. La canción que escribió para la película la renombrada cantante Billie Eilish sintetiza estas interrogantes: “What was I made for?” (¿Para que fui creada?). En medio de una debacle mundial en la cual las vidas humanas se convierten en engranajes de la maquinaria capitalista y hay un intento de domar la individualidad y crear trabajadores “ideales”, como muñecas Barbie en una línea de producción, asoma un anhelo de volver a encontrar el significado.
https://prensaobrera.com/cultura/greta-corazon-de-leon-o-la-misma-barbie-con-sombrero-nuevo