Breaking Bad: el regreso del zar de la droga
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Breaking Bad, con cinco temporadas emitidas entre enero de 2008 y septiembre de 2013, es considerada una de las mejores series de la historia. La notable creación del director Vince Gilligan fue un fenómeno arrasador en tiempos de la consagración de las series televisivas: el capítulo final fue visto, en Estados Unidos, por más de diez millones de espectadores. Ahora este thriller dramático llegó a la pantalla chica de Argentina a través del canal América, doblado al español, de lunes a viernes a las 23.
La serie narra la historia de Walter White (Bryan Cranston), un brillante profesor de química que vive una desvalorización permanente: problemas económicos con su sueldo de docente secundario (que no le garantiza el bienestar financiero de su familia); un hijo adolescente que sufre una discapacidad; ex socios y amigos que, a partir de una investigación, generaron una millonaria empresa farmacéutica; un trabajo paralelo en un lavadero de autos que le va corroyendo la salud.
A Walter le diagnostican un cáncer de pulmón que no se puede operar. Es el último hilo que se rompe en su frágil estabilidad. Para pagar el tratamiento y asegurar el futuro económico de su familia, el profesor empieza a producir y vender metanfetamina con un viejo alumno suyo, Jesse Pinkman (Aaron Paul).
Llega a ese lugar como un camino de valorización personal ante un sistema que lo descalifica, lo empobrece y lo desvaloriza. Walter estaba para cosas grandes: una placa de pared en su casa dice que él contribuyó a la investigación que ganó el Premio Nobel en 1985, pero ahora ni siquiera puede inspirar a sus propios estudiantes (The New Yorker, 3/3/08). Quiere morirse valorado. Bajo esas bases empieza a construir, lentamente, su criminalidad. Es el comienzo del ascenso, el poder y la caída de Walter White, quien, en su metamorfosis, comenzará a llamarse a sí mismo y exigir que lo llamen Heisenberg como a una leyenda viva, como a un imperio personal.
En la construcción inicial de su personaje sobrevuela el espíritu de Stevenson y su extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, cuando el protagonista empieza a vivir dos vidas: la del sumiso y frustrado Walt (como padre de familia y profesor de química) y la del brutal Heisenberg, dominando el mercado de la metanfetamina, convertido en un poderoso zar de la droga.
El argumento está ambientado en Albuquerque, Nuevo México, con casas de clase media. Como escribió The Washington Post en 2013, al elogiar esa apuesta, los televidentes norteamericanos no son particularmente atentos a los shows que no estén establecidos en o alrededor de los mercados de masas de Nueva York, Chicago o Los Angeles. El signo de Albuquerque, así, le da un aire de western moderno a la serie: la figura del desierto como símbolo de la sofocación y desolación de los personajes. Como un lugar sin salida. White expresa el derrumbe del “sueño americano”, bajo las condiciones del derrumbe capitalista y de la descomposición social imperantes.
Porque no sólo Walter vive ese camino de descomposición, sino también los personajes que lo rodean: Jesse Pinkman, atrapado en la adicción de la metanfetamina; el abogado inescrupuloso Saul Goodman (Bob Odenkirk), haciendo negocios en torno de la ‘meta’; su cuñado de la DEA, Hank Schrader (Dean Norris), atormentado en la percusión de los carteles mexicanos. También se vive esa desintegración con la mujer de Hank, Marie (Betsy Brandt), en el rol de cleptómana y, sobre todo, la de la esposa de Walter, Skyler (Anna Gunn). Nadie es lo que parece.
La serie refleja los distintos eslabones del negocio narco, pero exonera a la DEA, que es pintada como una entidad que viene a luchar contra los criminales, ocultando el rol activo de complicidad del Estado con el narco-negocio. Los elementos de la trama no son ajenos a la realidad argentina: el triple crimen de General Rodríguez de 2008 reveló una conexión internacional de negocios donde la efedrina (materia prima para la fabricación de metanfetamina) era importada y contrabandeada a México, haciendo de Argentina un país de triangulación.
A pesar de que Breaking Bad finalizó hace más de dos años, la emisión de la serie en un canal de aire permitirá acercar a millones de televidentes -que no tuvieron acceso al cable o al sistema pago Netflix- a una gran producción televisiva.