Cultura

23/10/2003|822

“Buenos Aires lee”: La impostura como política

Hemos leído en los diarios sobre la realización de eventos públicos, organizados por las secretarías de Educación y Cultura del Gobierno de la Ciudad, para promoción de la lectura, denominado “Buenos Aires lee”, que continuará en plazas y escuelas.


El lanzamiento consistió en que conocidos actores y escritores leyeron, durante dos horas, poemas y cuentos en los bares que están por la avenida Corrientes entre Callao y Uruguay. Acompañado esto por afiches con fragmentos de textos de escritores argentinos que cubren la ciudad.


Buenos Aires, pese a la miseria de los gobiernos, tiene una extraordinaria vida cultural. Cientos, sí, cientos de organizaciones y entidades y grupos, organizan cotidianamente, durante todo el año, actividades de lecturas, presentaciones de libros, homenajes a escritores, mesas redondas, debates, y editan a pulmón y de sus magros bolsillos libros, revistas, folletos, plaquetas.


Unos días al año, el Gobierno de la Ciudad quiere ocuparse de lo que estos grupos hacen todo el año, y con gran despliegue publicitario se presentan como los campeones de la promoción de la lectura, cuando todo el resto del año son los responsables de la destrucción de la educación pública, ámbito de excelencia para desarrollar esta actividad fundamental, y no en unos conchetos bares de la avenida Corrientes.


Todo muy bonito para que aparezca en los medios, pero las escuelas siguen con enormes problemas edilicios, el presupuesto no alcanza, los salarios docentes son bajísimos (¡ni los docentes pueden comprar los libros con los que enseñan; los lugares de enseñanza son el reino de las fotocopias!), son poquísimas las becas, del boleto estudiantil nada se sabe, muchísimos docentes siguen sin titularidad, etc., etc.


En lugar de ocuparse de lo que sí deberían, nuestros gobernantes porteños le entregan una suculenta suma a la empresa de uno de sus funcionarios, Enrique Albistur, para que éste pegue en “sus” carteleras textos de libros que la enorme mayoría de los porteños no puede comprar porque para hacerlo deberían dejar de comer un par de días. Si quieren promover e incentivar la lectura, que lo hagan desde donde les corresponde, ya que por ahora son ellos el gobierno.


Y como si esto fuera poco, en el mismísimo momento en que lanzan esta campaña trucha, en el Palacio de Cultura (ex diario La Prensa) dejan morir, podridos por la humedad, los valiosísimos libros de la biblioteca del diario, que hasta hace poco podía ser consultada por cualquier porteño y que ahora desapareció como biblioteca. No hay mejor evidencia, entonces, de la impostura. Donde tienen que estar, no están.


Más que admiración por estas iniciativas, sentimos una profunda indignación por estos funcionarios que siendo Mr. Hyde se quieren maquillar de Dr. Jekyll