Cultura

22/3/2024

Cine: la Cámara de la Industria Cinematográfica sintoniza con Pirovano y Milei

El cine independiente debe definir sus reclamos.

Incaa.

En estos días se conoció un informe de la reunión realizada el 13 de marzo entre la Caic (Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica) y el presidente del Incaa Carlos Pirovano. El informe echa luz sobre cuestiones estratégicas de lo que está en juego, y lo que no, en el escenario de ataque que viene desarrollando el gobierno de Milei sobre el cine y la cultura en general.

El informe está escrito casi como si fuera elaborado por el presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) Carlos Pirovano, y no oculta cuáles son los únicos intereses que le importa discutir a la casta empresarial: reclaman por “los pagos adeudados (…) ya que allí está el capital de trabajo indispensable para la continuidad, tanto de las producciones en ejecución, como así también para la supervivencia de las propias empresas”.

Como Pirovano les promete resolverlos a la brevedad, la Caic presenta sin objeciones los despidos de trabajadorxs y el desguace de programas y funciones del Incaa como una necesidad de saneamiento económico para lograr una supuesta reactivación y “normal funcionamiento” del instituto.

Las promesas expresadas en el informe apuntan a dos cuestiones importantes. Primero, a desactivar algunas de las cuestiones más irritantes que habían trascendido: el Gaumont no se vendería sino que se “rejerarquizaría”; la Enerc no se cerraría, solo se cortan los pasajes de docentes; el Festival de Mar del Plata y Ventana Sur seguirán su curso normal; el Consejo Asesor, los comités y la Asamblea Federal volverían a funcionar después de Semana Santa. Y, segundo, a tranquilizar a la industria prometiendo un futuro donde el Incaa podría destinar 6 millones de dólares anuales a financiar las “prestigiosas” películas que la Caic representa.

Lo que dicen el gobierno y los empresarios del sector es que el Incaa no se cierra sino que el ataque a los trabajadores -y el vaciamiento de algunas de sus funciones “accesorias”- sería algo necesario en función de adecuar el fomento al deseo que estos sectores de la industria cultural hace años vienen reclamando desde las páginas del diario La Nación: menos películas por año con “más presupuesto” cada una. No debería sorprender por parte de un gobierno pro mercantil, que, como todo capitalista consecuente, entiende que la función verdadera del Estado es apalancar los negocios del sector privado.

Esta “revelación” que regala la Caic no quiere decir que el camino esté libre de problemas, incluso para los sectores empresariales. Son muchas las pequeñas y medianas productoras que con este nuevo esquema irán a la quiebra. La concentración en pocas manos se abrirá paso, dejando un importante lugar para que las empresas extranjeras que ya controlan el 90% del negocio de la distribución y la exhibición (tanto de cine como de plataformas OTTS) se queden también con la parte del león en el terreno de la “producción de contenidos”.

La clarificación de este escenario y los objetivos comunes entre el gobierno de Milei y los sectores concentrados de la industria deberá permitir procesar importantes conclusiones al sector que produce cine independiente y no mercancías cinematográficas adaptadas a formas y contenidos supuestamente “taquilleros”. Este sector, que en nuestra opinión debería ser el único destinatario del fomento, y que consiguió que una pequeña parte del presupuesto del Incaa se destinará a tales fines a costa de importantes luchas, será golpeado letalmente si no defiende lo conseguido, en primer lugar.

Para ello, el sector independiente tendrá que procesar que no es cierto que el cine nacional esté unido en función de intereses comunes. Tendrá que delimitar sus propios intereses de los expresados por la Caic y otros sectores que aún guardan un silencio cómplice.

Las asociaciones que agrupan a los realizadores independientes, los estudiantes de cine, los técnicos de cine, actores y actrices que quedarán sin trabajo con la disminución de la cantidad de películas tenemos que unirnos en pos de la lucha contra el vaciamiento del Incaa y los despidos, y para evitar que el nuevo plan de fomento sea a la medida de los capitalistas del cine. Es necesario construir un congreso del cine independiente que pueda debatir y formular un verdadero plan de fomento al cine como arte, y establecer un plan de lucha para conseguirlo.