“Con eso no se jode”
Perón y la Triple A
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Sudamericana edito “Perón y la Triple A. Las 20 advertencias a los Montoneros” de Sergio Bufano y Lucrecia Teixidó. Es un aporte macizo para dilucidar la verdad histórica: el fundador e impulsor de la represión asesina de la Triple A fue Juan Domingo Perón, presidente desde octubre del ’73 hasta su muerte el 1˚ de julio del ’74.
Este fue siempre un tema tabú. Se denunciaban atrocidades de la Triple A que asesinó a 3.000 luchadores, pero cronológicamente se planteaba que fue después de la muerte de Perón, que ésta se constituye y desarrolla. El intento político era claro: salvaguardar la imagen del líder del movimiento nacionalista burgués. A la luz de la agitación creada por juicios a genocidas de la dictadura, se reabrió en 2006, la causa sobre la Triple A. Pero en el año 2007, una campaña de la burocracia sindical, encabezada por Maturano, de La Fraternidad, planteó: “No jodan con Perón”. La Justicia K la caratuló como una “asociación ilícita para cometer crímenes durante el gobierno de Isabel Perón”. La investigación fue llevada a vía muerta: era necesidad política K soldar su alianza con la burocracia sindical, base central del terrorismo antiobrero de la Triple A. En agosto de 2015, los pocos asesinos detenidos eran liberados y el proceso cerrado.
El libro de Bufano y Teixidó deja claro que fue el propio Perón quien creó y desarrolló la Triple A. Es su mérito inobjetable. Perón volvió a la Argentina para precipitar el golpe palaciego contra Cámpora y plebiscitarse al poder. Su objetivo central era frenar el ascenso obrero que desde el Cordobazo había hecho naufragar la dictadura de Onganía-Lanusse. Del libro surge cómo Perón seleccionó la camarilla que ejecutaría la represión terrorista contra las luchas obreras: López Rega, Margaride, Villar, Almirón, etc. (personal exonerado por su accionar asesino-torturador bajo la dictadura fue reintegrado y llevado a la cúpula represiva). Cómo la armó y organizó. Cómo busco personalmente el apoyo activo de centenares de suboficiales, etc.
Y lo fundamental, cómo apuntaló a la burocracia sindical con su patota asesina. Todo documentado.
Es en las conclusiones políticas que el libro queda corto y se equivoca. Para los autores, la Triple A de Perón tuvo como centro enfrentar a las organizaciones armadas. Esa era su apariencia: el objetivo central era hacer recular la lucha obrera. Esta amenazaba con superar el Pacto Social firmado por empresarios y burocracia sindical: “entre marzo y junio de 1974, el número de conflictos salariales fue el más alto del período peronista” (pág. 32). Perón no quería aparecer reprimiendo a la clase obrera y entonces decía que se la tomaba contra la JP.
Perón en diversas oportunidades intentó acordar con la JP para que coparticipara en el proceso de regimentación de las organizaciones de masas, especialmente los sindicatos. De la misma manera que Cámpora no pudo contener la radicalización de las luchas obreras y de masas, la cúpula de Montoneros estuvo sometida a la presión de la movilización obrera-juvenil. Perón reclamaba la capitulación y su regimentación a cargo de la camarilla bonapartista. Luego del asalto del ERP al cuartel de Azul, Perón aprobó la ley antiterrorista. La JP entrevistó al líder, le entregó un comunicado repudiando el ataque guerrillero y le solicitó algunos cambios para apoyarla. Este se negó y entonces los ocho diputados de la JP renunciaron… para no votar en contra y no constituir un movimiento independiente alternativo.
Bufano y Teixidó critican el camino adoptado por Perón. Para los autores debiera haber utilizado los instrumentos constitucionales de represión. No registran la esencia de la definición leninista: que el Estado en sí mismo es una banda al servicio de la clase explotadora.
Critican también la “soberbia” y la “jactancia” de los Montoneros.
Pero Firmenich buscaba integrarse con el Estado y las Fuerzas Armadas a través de otro proceso, como el que montó el gobernador de Buenos Aires, Bidegain, con el Operativo Dorrego, donde montos y milicos marcharon juntos. Pero el camporismo había fracasado y se apartó para que viniera el bonapartismo represivo de Perón. Política Obrera -que también sufrió el accionar de la Triple A- señaló este proceso y la responsabilidad directa de Perón desde el primer momento, denunciando los apoyos que recibió el régimen de la oposición burguesa y el PC (y la subordinación a ésta del morenismo).