El lanzamiento del Polo Audiovisual en la Costanera sur da pie para trazar un recorrido por el cine "industrial" en la era kirchnerista, que hace poco estrenó su última pieza: "Elefante blanco". El Polo es un guiño a la "patria contratista" del cine nacional, cargado de promesas de construcción de grandes estudios, reconocimiento como producción industrial, aumento del monto máximo del subsidio a las películas y otro tipo de prebendas.
Dos películas pertenecen a este segmento del cine, por manejar presupuestos millonarios provenientes de distintos países (coproducción), por la cantidad de recursos humanos utilizados, por el despliegue técnico, por la utilización del Star System argentino (Ricardo Darín), por el enorme aparato de lanzamiento y por su prolífica distribución.
La primavera
Corría el año 2004. La devaluación duhaldista permitió cierta recuperación de la industria cinematográfica gracias a los salarios baratos de los técnicos argentinos (producciones publicitarias y de cine internacionales venían a filmar a nuestro país). El combate contra los "nefastos noventa" ya era parte del relato kirchnerista y la "esperanza" se veía reflejada en el cine. Campanella estrenaba "Luna de Avellaneda", protagonizada por Darín, donde un club de barrio (metáfora de la Argentina) era salvado por algunos de sus socios de las garras de las corporaciones y de un político corrupto. "...'Luna de Avellaneda' amplía el arco referencial de "El hijo de la novia" al aludir a la posibilidad de reconstruir ya no sólo los lazos familiares, sino el país en su conjunto" (eso era lo que decía, al menos, Pagina/12 http://www.pagina12.com.ar/diario/espectaculos/6-35568-2004-05-20.html).
Elefantes y pingüinos
Ocho años después, ¿qué fue de esa ‘esperanza'? El "Elefante blanco" de Pablo Trapero nos acerca a una respuesta. La juventud de un barrio es consumida por el paco, la policía que se infiltra por medio de sacerdotes en las organizaciones sociales, mientras negocia con los narcos, el reclamo de una vivienda digna manipulado por la Iglesia, sin lograr nunca una satisfacción. Los elefantes blancos han crecido como una carga cada vez más pesada luego de diez años de vivencia nacional y popular. El kirchnerismo, sin embargo, aunque parezca increíble, hace otro ‘relato' de la descomposición social y política que describe la película de Trapero: "La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que ha tenido el país en estos años" (http://www.lanacion.com.ar/1263826-elogio-de-cristina-kirchner-a-la-villa-31, Cristina Kirchner sobre la Villa 31 en un homenaje a Carlos Mugica en mayo de 2010). La Presidenta ya había presentado el crecimiento imparable de la 31 como una prueba del desarrollo del país.
La película de Pablo Trapero ilustra con vuelo la descomposición social que recorre las barriadas. Detrás de la trama de amor que todo "tanque" debe tener, de la construcción estereotipada de algunos personajes y del tratamiento en gran parte de la película de los habitantes de la villa como seres desprovistos de conciencia y capacidad de acción propia; aparece la reacción social: los pobladores organizados toman el predio en disputa y son reprimidos (cualquier similitud con la reciente represión comandada por Berni no es pura coincidencia). El film anuncia el destino que la historia tiene deparada al kirchnerismo. De la ‘reconstrucción de la burguesía nacional' que imagina "Luna de Avellaneda", en 2004, a la situación social sin salida que constata "Elefante Blanco", en 2012, tenemos descripta la parábola de la experiencia ‘nac & pop', relatada por sus propios apologistas.
Las contradicciones del régimen kirchnerista brotan y quedan expuestas incluso por aquéllos que, sostienen, re-re-re mediante, "que aún queda mucho por hacer".