En noviembre pasado, la Legislatura porteña sancionó la ley que crea el Distrito de las Artes en el barrio de La Boca y una parte de San Telmo y Barracas, en terrenos pertenecientes a las comunas 3 y 4 de la ciudad. La ley define como beneficiarios a "desarrolladores de infraestructura artística", centros privados de educación y artistas consagrados.

Por otra parte, beneficia con exenciones impositivas extraordinarias a los "desarrolladores" radicados en la zona: sus ganancias no pagarán Ingresos Brutos por diez años y además podrán descontar del mismo impuesto hasta el 35% de lo que inviertan. Como si esto fuera poco, se los exime del pago de alumbrado, barrido y limpieza por diez años.

Habría que salir a difundirlo entre los inundados de la Ciudad, para ver qué opinan. Las consecuencias directas de esta ley serán el aumento de las propiedades y alquileres, tornándolos inaccesibles para quienes los habitan y provocando su expulsión del "distrito". Ni hablar de los artistas, que tendrán que competir con las empresas culturales que se afinquen allí.

El esperpento contó con el voto positivo del bloque macrista, que fue su promotor, y del kirchnerismo. Susana Rinaldi votó en contra del adefesio. Esta ley tiene como antecedente la Ley de Autarquía del Teatro Colón y la ley 3.368, de fines de 2009, que habilita al alquiler de teatros, salas y centros culturales de la Ciudad para actividades privadas. También tuvo el voto favorable del PRO y los K.

La privatización completa de los recursos culturales de la Ciudad forma parte del pacto legislativo que envuelve a las tierras públicas y al propio presupuesto de la Ciudad.