Cultura

21/8/2014|1328

“El cazador”, la barbarie

The Rover

El cazador (dirigida por David Michôd, Australia, 2014) es un film de bajo presupuesto protagonizado por dos actores reconocidos, Guy Pearce y Robert Pattinson. A diferencia de la mayor parte de los films apocalípticos, aquí la catástrofe proviene de un hundimiento económico que disloca las relaciones sociales. En la película, el dólar australiano perdió casi todo su valor frente a la moneda norteamericana. Armas y autos son los bienes más preciados y todos viven refugiados, aislados y temerosos unos de otros, salvo las bandas criminales. El ejército aparece de vez en cuando como un grupo de burócratas “caza recompensas”, quienes tienen que arrestar a alguien para que les paguen el sueldo.

En la página oficial de la película (therover-movie.com), se puede leer que “el futuro cercano de El cazador es uno en el que un continuo y catastrófico colapso económico redujo a Australia al status de un país del tercer mundo, peligroso y rico en recursos, donde reina un brutal orden social. Esto no es la consecuencia devastadora de un solo e inesperado cataclismo o hecho apocalíptico. Es la visión de un futuro oscuro, de un mundo saqueado por algunos de los sistemas y fuerzas que hoy operan alrededor nuestro”. También en esa web se puede ver una “línea de tiempo” ficcional donde se narran los diferentes episodios de la crisis económica, política y ambiental entre 2014 y 2035 que crearon el universo del film.

Hay una suciedad y un abandono permanente en El cazador (cuyo título en inglés es el más representativo “The Rover”, es decir, “el vagabundo”), en personas y objetos. Los cuerpos (mayoritariamente masculinos) están sudados, enflaquecidos y, en algunos casos, prostituidos. El desamparo reina y sobreviven los que tienen mejores armas y tiran mejor o primero.

El desierto australiano puede remitir al clima del western, aunque aquí no hay epopeya fundacional que se quiera narrar. En ese mismo desierto, en 1979, el actor Mel Gibson se hizo conocido con Mad Max, la historia de un policía futurista que imponía justicia e intentaba proteger a su familia en una sociedad marcada por la escasez de petróleo.

En El cazador, en cambio, no hay heroísmo ni familia que constituir o reconstituir, y es muy difícil sentir empatía por alguno de los personajes. En un momento, Eric, verdadera contratara de Mad Max, confiesa que diez años atrás cometió un atroz crimen y que lo peor es que nadie lo condenó ni le pidió explicaciones por ello, porque fue en pleno desarrollo de la crisis. La quiebra de las relaciones sociales más íntimas y hasta de la palabra frente al horror es lo que nos trasmite el mundo bárbaro expuesto en este largometraje.


Nicolás Rijman