Cultura
11/1/2018
El cierre del Ballet Nacional: precarización y despidos en la cultura
Luego de un año adeudando salarios, Avelluto dispuso el fin de la compañía. Las pésimas condiciones laborales de los trabajadores de la danza.
Con su titular Pablo Avelluto a la cabeza, el Ministerio de Cultura de la Nación dio a conocer la noticia de que el Ballet Nacional de Danza Clásica -dirigido por Iñaki Urlezaga- dejará de llevar adelante su labor. De esta forma, quedan sin empleo decenas de trabajadores, entre quienes se encuentran las y los 50 bailarines y bailarinas del cuerpo de baile, además del cuerpo técnico, médico, músicos y maestros.
El ballet clásico ya venía sufriendo una situación crítica durante todo 2017: "Desde enero a octubre, ni los 100 integrantes del ballet ni el director cobraron un peso de salarios. Recién con la normalización administrativa, se les ofreció lo adeudado en cuatro cuotas, de las cuales -ya sin futuro- todavía no cobraron la última cuota y parte de la compañía no percibió dos cuotas salariales" (Clarín, 10/01/18).
El Ministro justificó el cierre del ballet sobre la base de que ya existen otros dos cuerpos estables de Danza, pese a que estos –el Ballet Folklórico Nacional y la Compañía Nacional de Danza Contemporánea– se desempeñan en otras técnicas de la danza, diferentes a la clásica. Avelluto omite también el fin social por el que fue formado el ballet, apuntando a difundir la danza clásica entre la población, llevándola a lugares del país donde no fuera accesible. Por lo demás, es importante remarcar que la situación de esas otras compañías tampoco es la mejor: el año pasado el ballet Folklórico denunció que “se adeudan salarios del personal contratado, la programación de funciones es escasa, no hay presupuesto para el montaje de obras nuevos como así tampoco para las reposiciones”, además de que no cuentan con una estructura edilicia adecuada y deben financiarse sus propios gastos (Página 12, 10/07/17).
No podemos pasar por alto que esta medida forma parte de un conjunto de recortes que tiene como blanco principal al pueblo trabajador, dentro del cual la cultura no es -ni ha sido- la excepción. Ya en febrero de 2016, el flamante ministro Avelluto llevó adelante casi 500 despidos (días después, ni lerdo ni perezoso, designó a su novia, Carolina Azzi, como Coordinadora de Comunicación con un abultado sueldo). A fines de ese mismo año, los bailarines del Ballet Estable del Teatro Colón convocaron a un abrazo al mismo bajo la consigna “BASTA”, en repudio del uso de dicho espacio para eventos y shows privados y su vaciamiento, entre otros reclamos. A su turno, el 2017 transcurrió con una reducción del presupuesto del 30%, con más despidos y cierre de programas culturales –y ya se ve que esto continúa en 2018.
Todas estas medidas solo apuntan a agudizar las precarias condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores de la cultura en general y de la Danza en particular, quienes no cuentan con convenio ni una ley que los ampare. El proyecto de Ley Nacional de Danza existente se encuentra por perder estado parlamentario una vez –incluso siendo aprobada, esa legislación no contempla entre sus puntos cuestiones básicas como son la ART, la jubilación y el convenio colectivo de trabajo. Para los bailarines, se plantea la necesidad de una una Ley Nacional de Danza que realmente ampare a los bailarines como trabajadores.
Con el pretexto de saldar el déficit fiscal, somos testigos y principales perjudicados del brutal ajuste que el gobierno de Cambiemos a nivel nacional -junto a los distintos signos políticos en el resto de las provincias- imprime día a día a base del despido de cientos de trabajadores. Todo esto respaldado por una política de represión a la protesta social.
Es por esto que, más que nunca, resulta imprescindible la organización independiente de toda la comunidad artística en defensa de la cultura y del trabajo. Es necesario reunirnos en asamblea desde las distintas compañías, ballets, agrupaciones y estudiantes de arte, y movilizarnos junto al resto del pueblo trabajador para llevar adelante acciones concretas que golpeen con un sólo puño frente al ajuste en curso. Hay mucho por defender y conquistar.