Cultura

22/6/2020

El debate sobre los dichos transodiantes de J.K. Rowling, creadora de “Harry Potter”

Agrupación LGBT 1969

Nuevas expresiones de J.K. Rowling, escritora de la famosa saga Harry Potter, a propósito del colectivo trans causaron en estos días un fuerte rechazo público de muches de sus lectores y artistas relacionados con la saga. La autora, una de las más leídas en el mundo, expresó por varios medios que el género de una persona solo puede estar determinado por su sexo biológico, una postura por la cual se la ha asociado al llamado activismo “Terf” (Feminismo Radical Trans Excluyente).


En Twitter, lo hizo burlándose de una columna publicada en la plataforma Devex en la que se hablaba de “gente que menstrúa”, manifestando estar “segura de que había una palabra para describir a esas personas. Alguien ayúdeme. ¿Wumben? Wimpund? Woomud?” -un juego de palabras dando a entender que es el término “mujeres” (women) el que debería emplearse como sinónimo de “personas que menstrúan”. A su turno, Rowling publicó un extenso artículo en su página web, en el que hace hincapié en su desacuerdo con la nueva asignación de sexo de personas trans, argumentando que ella financia organizaciones con un énfasis particular en las mujeres y los niños víctimas de violencia y abuso familiar y que ello podría “afectar sus causas sociales”. En el escrito –así como en momentos previos de su carrera- manifiesta estar “a favor” del colectivo LGBT, para luego sostener que “cuando se abren las puertas de baños y vestuarios a cualquier hombre que cree o siente que es una mujer y, como dije, los certificados de confirmación de género ahora se pueden otorgar sin necesidad de cirugía u hormonas, entonces estás abriendo la puerta a todos y cada uno de los hombres que desean entrar. Esa es la simple verdad”. Todo un ataque hacia el colectivo travesti-trans.


Estas expresiones se producen luego de que, en diciembre de 2019, Rowling saliese en defensa de la investigadora fiscal Maya Forstater, quien había sido despedida de su trabajo por tuitear contra la propuesta del gobierno británico de reforma de la Ley de Reconocimiento de Género, sosteniendo que “las mujeres trans son hombres con vestidos”.


Entre las celebridades que se manifestaron en contra de las declaraciones de la escritora se encuentra el actor que interpretó a Harry Potter en sus adaptaciones fílmicas, Daniel Radcliffe, señalando que “si estos libros te enseñaron que la fuerza se encuentra en la diversidad, y que las ideas dogmáticas de pureza conducen a la opresión de los grupos vulnerables; si encontraste algo en estas historias que resonó contigo y te ayudó en cualquier momento de tu vida, entonces eso es entre tú y el libro que lees, y eso es sagrado”. En el mismo sentido se expresaron Emma Watson, que interpreta en las películas a Hermione Granger y numerosos agrupamientos de seguidores de la saga.


La reacción, a su turno, fue criticada en numerosos artículos dirigidos -como se ha vuelto costumbre en estos casos- contra “la dictadura de la corrección política”. Estos comentaristas de derecha se manifiestan nuevamente contra quienes salen en defensa de las diversidades y esconden bajo un manto liberal ideales retrógrado.


Lo cierto es que las justas expresiones de actores, actrices y seguidores son el resultado de décadas de luchas del colectivo LGBT+, y en particular del travesti-trans, que en sus expresiones más radicales e influyentes (como fue la rebelión de Stonewall) fueron contra el Estado, sus leyes y sus fuerzas represivas.


Considerando esa historia, vale lamentar que en el extenso debate haya primado, por parte de los críticos de Rowling, un llamado general a la “tolerancia”, sin mayores referencias a la dura situación que continúa viviendo –y enfrentando- la población travesti-trans, de discriminación y de condena (en una enorme proporción) hacia una vida de marginalidad y de limitadas expectativas de vida. La presión y el impacto de los movimientos de lucha, tanto del colectivo LGBT+ como de las mujeres, ha llevado a ciertas medidas por parte de los capitalistas de la industria cultural, en las que buscan mostrarse como “inclusivos”, sin que ello afecte a las estructuras de profunda desigualdad que operan en esa industria.


Paradojas


Entre lectores y lectoras se plantearon: ¿Harry Potter pierde su magia? ¿J.K. Rowling es ahora una mala escritora y la saga no debe leerse más?


En relación con ese intercambio, las citadas palabras de Radcliffe apuntan en buena dirección. Es que, si hay algo que caracteriza la famosa saga del mundo mágico, es el valor central de la resistencia contra la opresión, y en conexión con ello, contra toda forma de discriminación y de violencia del poder. Más allá de las consideraciones sobre la naturaleza y el alcance de esa resistencia, en el análisis de por qué ha impactado la saga no puede olvidarse la realidad que viven sus millones de lectores, en su mayoría jóvenes: un mundo burgués, de explotación y opresiones, que reclama resistencia.


La paradoja de esta situación es que Rowling da expresión en sus declaraciones a una ideología opresora, tras haber creado una saga que inspira fuertes críticas contra esa ideología. Y que ha traído y trae, para tantos de sus lectores, todo un mensaje: aquel que sostuviera Albus Dumbledore, el emblemático mago y director de escuela de la saga, al decir que “seremos fuertes a medida que estemos unidos, débiles a medida que estemos divididos”.