Cultura

29/12/2020

RESEÑA

El fuego en el que arderán todos los agravios sufridos

Sobre la novela “Cómo provocar un incendio y por qué” del escritor neoyorquino Jesse Ball.

Publicada por Editorial Sigilo en el mes de septiembre de este 2020, con una lograda traducción de Virginia Rech, la novela “Cómo provocar un incendio y por qué”, de Jesse Ball, se lee como un diario íntimo en cuya escritura devino -para Lucia Stanton, la dueña de sus páginas- la pérdida del último vestigio presente de lo que alguna vez fue una familia. Contiene anotaciones que dan cuenta de la tentativa de inferir cierta lógica de las piezas sueltas que se amontonan, pero que no componen una unidad. Porque, más allá del mordaz hartazgo de la mirada que deposita sobre los acontecimientos, Lucia Stanton necesita enmarcarlos y tener un cuadro de la situación. Al igual que Emma Zunz, una de las criaturas inamovibles del inventario borgeano, sabe que sólo a través de un prolijo plan satisfará su sed de venganza.

Con apenas 16 años cumplidos, el reducido espacio en el que convive con una tía anciana y delicada de salud, un garaje que ocupan -por la hospitalidad, que se descubrirá engañosa, del propietario de la casa- sin pagar alquiler, la obliga a comprender que la precariedad y la errancia constituyen los rasgos distintivos de su existencia: la consecuencia obvia de que una larga sucesión de generaciones vencidas preceda a la suya. De ahí que no haya candidez en la disección que hace del actual escenario de derrumbe capitalista. En una de las entradas de su diario formula:

“…la clase dominante ejerce su voluntad de tal modo que no parece ser responsable de las innumerables crueldades que inflige. Los ricos pueden pasearse por el mundo bajo un manto de aparente inocencia, a pesar de que en realidad cada uno de ellos es el engranaje de un sistema que desmoraliza y brutaliza […]. Y sin embargo, cuando alguien devuelve el golpe, esa persona actúa como parte de una pequeña maquinaria -la maquinaria de su propia acción individual- y por lo tanto parece culpable. Los ricos, en virtud de su maquinaria mayor de acción violenta, pueden desligarse de la violencia de su lucha de clases. Los pobres no pueden, ya que deben ser su propio mecanismo de acción”.

El director de la escuela a la que concurre (en la que desembarcó tras ser expulsada de otro establecimiento educativo, donde protagonizó una pelea en la que sí se pasó de la raya) la juzga díscola e incapaz de adecuarse a las normas que garantizan el equilibrio y la civilidad en una sociedad, por lo que de manera reiterada le coloca amonestaciones y la pone en penitencia; goza de vaticinarle un merecido futuro de fracasos. En este derrotero de castigos -del que no la salvará las buenas intenciones de un profesor piadoso- se topará con un puñado de parias que desean demostrar la falsedad de los rótulos bajo los que se trafican las mentiras que el sistema vende. Pregonan una justicia pirómana. Extremando la enseñanza práctica que transmite el cuento de Jack London, parecen argumentar: encender una hoguera resulta un legítimo acto de supervivencia. Después que la comunidad secreta se contacta con Lucia Stanton, un abandonado complejo habitacional de concreto se vuelve uno de sus primeros blancos.

¿Quiénes son? ¿Cuántas partes forman su estructura? ¿Qué finalidad persiguen? Esta novela de Jesse Ball -posicionado como un talentoso autor dentro del panorama de la narrativa norteamericana contemporánea- se despreocupa de resolver tales enigmas políticos. De modo somero y tangencial alude al antecedente histórico de la organización Weather Underground, que desde la clandestinidad perpetraron ataques con explosivos, evitando sacrificar víctimas inocentes, durante la presidencia de Nixon en repudio de la guerra de Vietnam. La narradora no ahonda en detalles cuando describe las reuniones que mantiene con sus también jóvenes integrantes, caracterizadas por la imprevisión y la circunstancialidad. Asimismo, el panfleto que redacta no responde a ningún pedido de elaborar un material de propaganda.

De su padre (un idealista que murió en un confuso episodio, el mismo que sumió en un silencio alelado a su madre, a la que visita en la institución psiquiátrica que la aloja) Lucia Stanton únicamente preserva un encendedor Zippo. Preciado objeto que la convencerá de prender el fuego en el que deberán arder todos los malos recuerdos y los agravios sufridos. El vuelo de las cenizas quizá le indicará adónde podrá inaugurar una nueva vida.