Cultura

28/8/2008|1052

“El sueño de Cassandra” de Woody Allen

El sofisma del dios dinero

En “El sueño de Cassandra”, una de sus obras más perversas, el guionista y director Woody Allen nos muestra un ejemplo más de cómo el sistema y la maldad triunfan sobre el derecho a la vida y el derecho a la sensibilidad de sus personas. Cassandra, en la mitología griega es beneficiada por su amante, el dios Apolo, con el don de la Profecía. Pero como ella lo engaña, Apolo dará la orden de que nada de lo que ella diga sea creído. Así, Troya, cuya invasión es soñada por Cassandra, fue efectivamente invadida y vencida.

Fiel a su estilo, Woody Allen pondrá a sus personajes ante la sensación de que se les presenta la oportunidad de sus vidas, pero el miedo a perderla les hará recurrir al olvido de lo que habían sido sus prioridades y sus motivaciones vitales hasta ese momento.

Para citar algunos ejemplos, en “Match Point” el personaje principal mata a la mujer que ama y a su hijo para poder mantenerse en la alta sociedad. En “La Rosa Púrpura del Cairo”, la única oportunidad de una mujer de vivir su vida es pisoteada por la corporación cinematográfica a través de un engaño y por medio de su propia decisión.

Woody Allen habla en sus películas de  decisiones en las que se juega absolutamente todo lo que uno posee, con la esperanza de ganar una vida cómoda por medio de un atajo.

Dos hermanos en una mala posición económica y uno con problemas de juego serán tentados por su tío rico a solucionarle sus problemas corporativos. Serán, como dice uno de ellos en un momento, puestos a enfrentarse con su propia condición humana.

A través de esta película Woody hablará del sofisma del sistema donde pareciera que hay que aprovechar elecciones únicas, cuando, en realidad, la vida en sí es la elección. Woody Allen pinta la sensación de mucha gente de que el que reina es el dinero y finalmente éste es el que termina decidiendo sobre la vida o la muerte. Inclusive, la más mínima duda o arrepentimiento frente a la devoción por el dinero es castigado con la muerte cuando ya se ha cruzado la línea. Al final, quien triunfa en la película es quien nunca, ni por un momento, duda en hacer lo que el sistema y su sed de poseer le indica, por más perverso que esto pudiera ser.

No es la primera película de Woody Allen en la que la estructura dominante, las corporaciones o el sistema triunfan por sobre las personas. Probablemente, el autor a través de este suceso trate denodadamente de manifestar que en este estado domina sólo una cosa por sobre las demás: el poder de algunos pocos.

Dice un personaje en un momento: “no se hace rico haciendo las  buenas”. Los que se manejan de acuerdo con los intereses de las corporaciones salen siempre bien parados, y todo lo demás: la sensibilidad, el amor, las reivindicaciones, la vida misma es lo que muere, día a día.

Allen posiblemente insinúa que, como Casandra, quienes tienen el don de la profecía, es decir, advertir hacia dónde este sistema nos conduce, sufren el hado del “dios dinero”, no escuchando ni sus propias profecías.